jueves, 28 de febrero de 2013

Sueños: Traducción, Morfeo, Homenaje. (III)

I. Traducción

II. Morfeo


III. Homenaje

OSWALT HENRY, VIAJERO

     El viaje había resultado agotador para el hombre (Oswalt Henry) y para la máquina. Por una falla del mecanismo o por un error del astronauta, entraron en una órbita indebida, de la que ya no podrían salir. Entonces el astronauta oyó que lo llamaban pa­ra el desayuno, se encontró en su casa, comprendió que la situa­ción en la que se había visto era solamente un sueño angustioso. Reflexionó: Había soñado con su próximo viaje, para el que es­taba preparándose. Tenía que librarse cuanto antes de esas imá­genes que aún volvían a su mente y de la angustia en que lo ­habían sumido, porque si no le traerían mala suerte. Esa mañana, tal vez por la terrorífica experiencia del sueño, valoró como es debido el calor de hogar que le ofrecía su casa. Realmente le pa­reció que su casa era el hogar por antonomasia, el hogar original, o quizá la suma de cuanto tuvieron de hogareño las casas en que vivió a lo largo de su vida. Su vieja niñera le preguntó si algo le preocupaba y lo estrechó contra el regazo. En ese momento de supremo bienestar, Henry, el astronauta, entrevió una duda espe­culativa que muy pronto se convirtió en un desconcertante re­cuerdo: su vieja niñera, es claro, había muerto. "Si esto es así", pensó, "estoy soñando". Despertó asustado. Se vio en la cápsula y comprendió que volaba en una órbita de la que ya no podría sa­lir.

Adolfo Bioy Casares, Una Magia Modesta

martes, 26 de febrero de 2013

Sueños: Traducción, Morfeo, Homenaje. (II)


II. Morfeo (Click en las imágenes para verlas en todo su esplendor)



viernes, 22 de febrero de 2013

Sueños: Traducción, Morfeo, Homenaje. (I)

     Esta semana no fueron pocas las veces en las que el mundo de los sueños se cruzó de una u otra forma por mi camino. Uno de esos cruces ya lo conté hace poco, dos post atrás. Este post y los dos que le van a seguir son testimonios de algunos de esos cruces.

I. Traducción

     Murray soñó un sueño.
     La psicología vacila cuando intenta explicar las aventuras de nuestro mayor inmaterial en sus andanzas por la región del sueño, "gemelo de la muerte". Este relato no quiere ser explicativo: se limitará a registrar el sueño de Murray.
     Una de las fases más enigmáticas de esa vigilia del sueño, es que acontecimientos que parecen abarcar meses o años, ocurren en minutos o instantes.
     Murray aguardaba en su celda de condenado a muerte. Un foco eléctrico en el cielo raso del comedor iluminaba su mesa. En una hoja de papel blanco una hormiga corría de un lado a otro y Murray le bloqueaba el camino con un sobre. La electrocutación tendría lugar a las nueve de la noche. Murray sonrió ante la agitación del más sabio de los insectos.
     En el pabellón había siete condenados a muerte. Desde que estaba ahí, tres habían sido conducidos: uno, enloquecido y peleando como un lobo en una trampa; otro, no menos loco, ofrendando al cielo una hipócrita devoción; el tercero, un cobarde, se desmayó y tuvieron que amarrarlo a una tabla. Se preguntó cómo responderían por él su corazón, sus piernas y su cara; porque ésta era su noche. Pensó que ya casi serían las nueve.
     Del otro lado del corredor, en la celda de enfrente, estaba encerrado Carpani, el siciliano que había matado a su novia y a los dos agentes que fueron a arrestarlo. Muchas veces, de celda a celda, habían jugado a las damas, gritando cada uno la jugada a su contrincante invisible.
     La gran voz retumbante, de indestructible calidad musical, llamó:
     -Y, señor Murray, ¿cómo se siente? ¿Bien?
     -Muy bien, Carpani -dijo Murray serenamente, dejando que la hormiga se posara en el sobre y depositándola con suavidad en el piso de piedra.
     -Así me gusta, señor Murray. Hombres como nosotros tenemos que saber morir como hombres. La semana que viene es mi turno. Así me gusta. Recuerde, señor Murray, yo gané el último partido de damas. Quizás volvamos a jugar otra vez.
     La estoica broma de Carpani, seguida por una carcajada ensordecedora, más bien alentó a Murray; es verdad que a Carpani le quedaba todavía una semana de vida.
     Los encarcelados oyeron el ruido seco de los cerrojos al abrirse la puerta en el extremo del corredor. Tres hombres avanzaron hasta la celda de Murray y la abrieron. Dos eran guardias; el otro era Frank -no, eso era antes- ahora se llamaba el reverendo Francisco Winston, amigo y vecino de sus años de miseria.
     -Logré que me dejaran reemplazar al capellán de la cárcel -dijo, al estrechar la mano de Murray.
     En la mano izquierda tenía una pequeña biblia entreabierta.
     Murray sonrió levemente y arregló unos libros y una lapicera en la mesa. Hubiera querido hablar, pero no sabía qué decir. Los presos llamaban la Calle del Limbo a este pabellón de veintitrés metros de longitud y nueve de ancho. El guardia habitual de la Calle del Limbo, un hombre inmenso, rudo y bondadoso, sacó del bolsillo un porrón de whisky, y se lo ofreció a Murray diciendo:
     -Es costumbre, usted sabe. Todos lo toman para darse ánimo. No hay peligro de que se envicien.
     Murray bebió profundamente.
     -Así me gusta -dijo el guardia-. Un buen calmante y todo saldrá bien.
     Salieron al corredor y los siete condenados lo supieron. La Calle del Limbo es un mundo fuera del mundo y si le falta alguno de los sentidos, lo reemplaza con otro. Todos los condenados sabían que eran casi las nueve, y que Murray iría a su silla a las nueve. Hay también, en las muchas calles del Limbo, una jerarquía del crimen. El hombre que mata abiertamente, en la pasión de la pelea, menosprecia a la rata humana, a la araña y a la serpiente. Por eso sólo tres saludaron abiertamente a Murray cuando se alejó por el corredor, entre los guardias: Carpani y Marvin, que al intentar una evasión habían matado a un guardia, y Bassett, el ladrón que tuvo que matar porque un inspector, en un tren, no quiso levantar las manos. Los otros cuatro guardaban humilde silencio.
     Murray se maravillaba de su propia serenidad y casi indiferencia. En el cuarto de las ejecuciones había unos veinte hombres, entre empleados de la cárcel, periodistas y curiosos que...

     Aquí, en medio de una frase, "El sueño" quedó interrumpido por la muerte del autor O. Henry. Se conoce, sin embargo, el final:
     Murray, acusado y convicto del asesinato de su esposa, enfrentaba su destino con inexplicable serenidad. Lo conducen a la silla eléctrica, lo atan. De pronto, la cámara, los espectadores, los preparativos de la ejecución, le parecen irreales. Piensa que es víctima de un error espantoso. ¿Por qué lo han sujetado a esa silla? ¿Qué ha hecho? ¿Qué crimen ha cometido? Se despierta: a su lado están su mujer y su hijo. Comprende que el asesinato, el proceso, la sentencia de muerte, la silla eléctrica, son parte de un sueño. Aún trémulo, besa en la frente a su mujer. En ese momento, lo electrocutan.
     La ejecución interrumpe el sueño de Murray.


El Sueño de O. Henry (Traducción de Bioy Casares y Borges)

martes, 19 de febrero de 2013

¡Aquiles! ¡No!


lunes, 18 de febrero de 2013

No Morfeo, el Corintio No...

     Anoche ademas de no tener el sueño fácil cuando logré pegar los ojos vinieron enseguida mis peores miedos a acompañarme. De traje, impolutos, la sonrisa llena de dientes tan blancos que casi brillaban. No se cuán largo fue el sueño, pero se que me desperté a las seis de la mañana y no me quedaron más ganas de dormir.

     Hace unos días estuve buscando el cuento de O. Henry (y lo encontré) que se llama El Sueño para postearlo acá. Lo dejo para otra ocasión, para cuando hayamos hecho las paces con Morfeo...

jueves, 14 de febrero de 2013

Of Mice And Men





Lo dicho, más Portlandia.

martes, 12 de febrero de 2013

Malos, ¿eran los de antes?

Este es más o menos el principio de "Capitán América" la de los noventa.



"Uuuuuuh me agarró por la mano... me la cortaré para escapar, es la única solución..."

Parece que no es muy bueno actuando bajo presión...

jueves, 7 de febrero de 2013

Todavía Más Correspondencia Ajena

     día negro,  me patearon bien pateado en mi culo de caballo. 3 rechazos, San Fran. Review, White Dove y Oak Leaves.
     Novia me dijo que la otra noche estaba más borracho de lo que nunca me había visto. Use leng. vil y tiré el colchón de su cama y después me recosté en un silla y le dí un sermón de 2 horas (mientras tomaba) sobre las artes y qué significaban o que no significaban, y quién es qué o por qué.
     Chico, definitivamente me estoy quebrando. Estos últimos 3 o 4 meses me acabaron. Creo que agoté lo que tenía para escribir. Lo dije todo. ¿Qué mierda más? No me importa. Todavía tengo los caballos y las putas y el Schlitz. Dejemos que esos editores de 19 años se la den de gallitos.
     Voy a tratar de comprarme una choza y abandonar todo. Nomas ser un viejo sucio que espera morir. Estoy podrido de las caras de ocho horas y las carcajadas y el parloteo, hablar de los Dodger y hablar de conchas y hablar de nada. Un techo, sin alquiler. Esa es mi meta. Lavar los platos  suficientes 3 veces a la semana o cafishiar. Dios, estoy podrido de todo. Y la poesía también.
     No me sorprende por qué Van Gogh se voló la cabeza. Cuervos y luz de sol. cero ocio. Cero comiéndote tus entrañas por dentro  como un animal, dejándote cagar y cojer y parpadear, pero nada, una nada. No podría morir tendido en medio de una ventisca porque ya estoy muerto. Así que eso se lo dejo a Pound. Y a Keats. y Shelley. y panza. pis. el cartero con sus sonrientes sobres blancos rechazados y todo el pasto creciendo y los coches que pasan como si nada importara. Cristo, ahora estoy viendo a un tipo regar el pasto. Su mente está tan vacía como un florero de tienda departamental. Regar. regar. regar. haz crecer el pasto verde. BÁRBARO. B Á R B A R O. 

De Charles Bukowski a Jory Sherman, 22 de agosto de 1960

sábado, 2 de febrero de 2013

Spoiler Alert



Cuando algo me gusta tiendo a la obsesión, así que seguramente seguiré posteando más videos de Portlandia.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...