Posteo auspiciado por Gillette. Y la escuela de actuación de Sebastian Estevanez.
Datos inútiles, teorías prestadas, recuerdos innecesarios, citas de libros conocidos por casi todos, y hasta por ahí, alguna opinión sobre temas que no interesan. Esa podría ser la descripción de este espacio, pero creo que la pregunta "¿Y esto para que me sirve?" es mucho más precisa. Quien dice por ahí algo de todo esto le sirva a alguien.
jueves, 31 de marzo de 2011
martes, 29 de marzo de 2011
lunes, 28 de marzo de 2011
¡Ingeniero!
Me acordé del problema del ingeniero cuando oí decir a una señora: "Estoy de acuerdo en que los negros son también seres humanos; pero ¿le gustaría que su hija se casara con un negro?".
Era una mujer entre dos edades (bastante avanzadas las dos)1, que ajena a los vaivenes del ómnibus mantenía en alto
su desmayada elegancia. Había hecho esta pregunta con una sonrisa de placer; era evidente que constituía su fulminante arma secreta, capaz de desintegrar toda argumentación. Y su interlocutora, sintiéndose vencida, se arrinconó en un púdico silencio.
Yo tuve el impulso de terciar en el dialogo (soy hombre de principios), pero dominado por las practicas eruditas me trasladé al siglo IV antes de Cristo, y recorrí con furia la Acrópolis de Atenas. Al llegar a mi casa estaba todavía con la sangre en el ojo, y saqué del sótano un montón de papiros viejos, escritos por el difunto Platón, el discípulo de Sócrates.
Por fin encontré lo que buscaba. En el Gorgias (512, BC) Platón dirige un curioso ataque contra el Centro Argentino de Ingenieros, basándose para ello en el traumatizante argumento que comienza: "¿A usted le gustaría que su hija...?"2. Después de reconocer que
un ingeniero es en cierto modo una persona útil, debido a los servicios que presta a las ciudades en la paz y en la guerra, se sale de la vaina y ataca la cuestión fundamental con el argumento de la señora elegante. Dice textualmente: "Sin embargo, tu lo desprecias, a él y a su arte. No lo llamarías ingeniero sino a modo de injuria (¡Ingeniero!¡Vos, tu vieja y tu papá son todos ingenieros! ¡Eso es lo que son!), y no darías a su hijo tu hija, ni desposarías tu mismo la suya".
Esta opinión sobre los ingenieros, que quizá sea ya tiempo de revisar, se ubicaba en un definido contexto histórico 3. Los
aristócratas griegos despreciaban profundamente la "mecánica" o el arte de los ingenieros y, en general, cualquier actividad destinada a un fin práctico. Aristóteles nos informa que en la ciudad ideal (imaginada por él) ningún artesano gozará de la ciudadanía. La palabra griega correspondiente a "artesano" era banausos, y llegó a ser sinónima de "miserable", que se convierte fácilmente en "¡miserable!".
Cuenta Plutarco, en efecto, que "Arquímedes tuvo tan alto el corazón y el sentimiento tan profundo, que, aunque tenía un tesoro escondido de tantas invenciones geométricas, no se dignó jamas dejar por escrito ninguna obra sobre la manera de erigir todas esas máquinas... Porque consideraba toda la ciencia de inventar y componer maquinas, y, en general, las artes que traen alguna utilidad, como algo vil, bajo y mercenario".
El hecho de que estas ideas4 pudieran imponerse al espíritu de
un genio como Arquímedes, prueba que un animal racional (según el propio Aristóteles definió al hombre) no deja de ser un animal, así como un pájaro carpintero no deja de ser un carpintero por el hecho de ser también un pájaro.
Y para terminar, señora, seamos francos: ¿le gustaría que su hija se casara con un ingeniero?
Era una mujer entre dos edades (bastante avanzadas las dos)1, que ajena a los vaivenes del ómnibus mantenía en alto
1 Confieso con dolor que esta frase no es mía.
La leí en algun prologo de George Bernard Shaw.
su desmayada elegancia. Había hecho esta pregunta con una sonrisa de placer; era evidente que constituía su fulminante arma secreta, capaz de desintegrar toda argumentación. Y su interlocutora, sintiéndose vencida, se arrinconó en un púdico silencio.
Yo tuve el impulso de terciar en el dialogo (soy hombre de principios), pero dominado por las practicas eruditas me trasladé al siglo IV antes de Cristo, y recorrí con furia la Acrópolis de Atenas. Al llegar a mi casa estaba todavía con la sangre en el ojo, y saqué del sótano un montón de papiros viejos, escritos por el difunto Platón, el discípulo de Sócrates.
Por fin encontré lo que buscaba. En el Gorgias (512, BC) Platón dirige un curioso ataque contra el Centro Argentino de Ingenieros, basándose para ello en el traumatizante argumento que comienza: "¿A usted le gustaría que su hija...?"2. Después de reconocer que
2 Y a usted, ¿le gustaría?
un ingeniero es en cierto modo una persona útil, debido a los servicios que presta a las ciudades en la paz y en la guerra, se sale de la vaina y ataca la cuestión fundamental con el argumento de la señora elegante. Dice textualmente: "Sin embargo, tu lo desprecias, a él y a su arte. No lo llamarías ingeniero sino a modo de injuria (¡Ingeniero!¡Vos, tu vieja y tu papá son todos ingenieros! ¡Eso es lo que son!), y no darías a su hijo tu hija, ni desposarías tu mismo la suya".
Esta opinión sobre los ingenieros, que quizá sea ya tiempo de revisar, se ubicaba en un definido contexto histórico 3. Los
3 No hay como el contexto histórico para
explicar cualquier barbaridad. Enrique VIII,
por ejemplo, tenia el habito de decapitar a sus
mujeres. Pero la culpa no era de él, sino del
contexto histórico. El contexto histórico lo
obligó a desembarazarse así de sus esposas, a
pesar de que su íntimo deseo era asesinarlas
por el método del garrote.
aristócratas griegos despreciaban profundamente la "mecánica" o el arte de los ingenieros y, en general, cualquier actividad destinada a un fin práctico. Aristóteles nos informa que en la ciudad ideal (imaginada por él) ningún artesano gozará de la ciudadanía. La palabra griega correspondiente a "artesano" era banausos, y llegó a ser sinónima de "miserable", que se convierte fácilmente en "¡miserable!".
Cuenta Plutarco, en efecto, que "Arquímedes tuvo tan alto el corazón y el sentimiento tan profundo, que, aunque tenía un tesoro escondido de tantas invenciones geométricas, no se dignó jamas dejar por escrito ninguna obra sobre la manera de erigir todas esas máquinas... Porque consideraba toda la ciencia de inventar y componer maquinas, y, en general, las artes que traen alguna utilidad, como algo vil, bajo y mercenario".
El hecho de que estas ideas4 pudieran imponerse al espíritu de
4Uso la palabra "ideas" en un sentido
especial, que definiré por medio de una
parábola. Enrique Heine salía de una clase
de Hegel, y mientras regresaba a su casa
preguntó a su cochero:
-¿Qué son las ideas, cochero?
-Ideas-dijo el cochero- son esas cosas que
se le meten a uno en la cabeza.
un genio como Arquímedes, prueba que un animal racional (según el propio Aristóteles definió al hombre) no deja de ser un animal, así como un pájaro carpintero no deja de ser un carpintero por el hecho de ser también un pájaro.
Y para terminar, señora, seamos francos: ¿le gustaría que su hija se casara con un ingeniero?
De Dios, el mamboretá y la mosca de Thomas Moro Simpson. (Te lo debía, Thomas)
domingo, 27 de marzo de 2011
Poligonal Boredom (and the robot head)
Por sus servicios en la lucha contra el aburrimiento este objeto (parte papel, parte tinta) ha sido nombrado Señalador Oficial, evitando así su destino tachodebasuresco. Notifíquese, plastifíquese, úsese.
sábado, 26 de marzo de 2011
viernes, 25 de marzo de 2011
De Batman, el adicto al crack
Ayer vimos The Fighter. No es difícil imaginar el primer día de filmación. Ahí están todos, en el set, ensayando una escena, cuando de pronto se abre una puerta. No se puede ver quien la abrió, porque una luz muy fuerte entra por ella . Entonces entra Christian Bale y dice: "A ver, a ver, hagan espacio, que tengo que actuar".
Ok,ok, es una exageración. Pero a estas alturas por lo menos se deberían modificar las reglas del Tuti Fruti e incluir la categoría "personaje interpretado por Christian Bale", como se hizo en su época con Morgan Freeman.
Ok,ok, es una exageración. Pero a estas alturas por lo menos se deberían modificar las reglas del Tuti Fruti e incluir la categoría "personaje interpretado por Christian Bale", como se hizo en su época con Morgan Freeman.
miércoles, 23 de marzo de 2011
El eterno retorno
¿Serán realmente Paula y José Luis los que dejaron su marca cada año? ¿O será alguien más, siguiendo una especie de tradición o simplemente porque sí? ¿Y sí Paula y José Luis murieron en el 98 (supongamos) y sus fantasmas actualizan el monumento todos los años? ¿Y si en realidad estoy al pedo y no se me ocurre como pasar el tiempo?
Cualquiera sea la verdad, no entiendo como los muchachos de la Secretaría de Turismo no usaron todavía esta piedra en alguna de sus tantas campañas publicitarias. Es mucho mejor que decir que todos los veranos vienen a cantar los Pimpinela...
lunes, 21 de marzo de 2011
¿Esto no será un prólogo, no?
Todos los libros tendrían que tener esto:
Apenas leí esto me puse a pensar en los prólogos. Me parece bien que existan, en la medida que no arruinen el resto del libro. En particular me acuerdo del prólogo de El ingles de los güesos, que sin pelos en la lengua te cuenta el final, arruinandote las sorpresas, revelaciones y secretos de los que habla la Introducción General de arriba. Hay otra clase de prólogos, los que son escritos por tipos que pretenden ser mejores que el texto prologado. Esto casi me arruina los Tres relatos porteños:
En mi opinión, de haber prólogo, tendría que ser escrito por el autor del libro. El resto tendrían que ser o bien epílogos, o un bollo de papel en un tacho de basura.
De los escritos por el autor hay un montón de buenos prólogos. Siempre tengo presente a Don Camilo, por poner un ejemplo más cercano al gusto personal que a la calidad.
Esto que escribo en realidad es todo un preámbulo (¡JA!) a lo que realmente quería traer. Es el prólogo de Los lanzallamas (libro que todavía no leí, que le vamos a hacer) de Roberto Arlt:
Con Los lanzallamas finaliza la novela de Los siete locos.
Estoy contento de haber tenido la voluntad de trabajar, en condiciones bastante desfavorables, para dar fin a una obra que exigía soledad y recogimiento. Escribí siempre en redacciones estrepitosas, acosado por la obligación de la columna cotidiana.
Digo esto para estimular a los principiantes en la vocación, a quienes siempre les interesa el procedimiento técnico del novelista. Cuando se tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte. Sobre una bobina de papel o en un cuarto infernal. Dios o el Diablo están junto a uno dictándole inefables palabras.
Orgullosamente afirmo que escribir, para mí, constituye un lujo. No dispongo, como otros escritores, de rentas, tiempo o sedantes empleos nacionales. Ganarse la vida escribiendo es penoso y rudo. Máxime si cuando se trabaja se piensa que existe gente a quien la preocupación de buscarse distracciones les produce surmenage.
Pasando a otra cosa: se dice de mí que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendría dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes únicamente leen correctos miembros de su familia.
Para hacer estilo son necesarias comodidades, rentas, vida holgada. Pero por lo general, la gente que disfruta de tales beneficios se evita siempre la molestia de la literatura. O la encara como un excelente procedimiento para singularizarse en los salones de sociedad.
Me atrae ardientemente la belleza. ¡Cuántas veces he deseado trabajar una novela, que como las de Flaubert, se compusiera de panorámicos lienzos…! Mas hoy, entre los ruidos de un edificio social que se desmorona inevitablemente, no es posible pensar en bordados. El estilo requiere tiempo, y si yo escuchara los consejos de mis camaradas, me ocurriría lo que les sucede a algunos de ellos: escribiría un libro cada diez años, para tomarme después unas vacaciones de diez años por haber tardado diez años en escribir cien razonables páginas discretas.
Variando, otras personas se escandalizan de la brutalidad con que expreso ciertas situaciones perfectamente naturales a las relaciones entre ambos sexos. Después, estas mismas columnas de la sociedad me han hablado de James Joyce, poniendo los ojos en blanco. Ello provenía del deleite espiritual que les ocasionaba cierto personaje de Ulises, un señor que se desayuna más o menos aromáticamente aspirando con la nariz, en un inodoro, el hedor de los excrementos que ha defecado un minuto antes.
Pero James Joyce es inglés. James Joyce no ha sido traducido al castellano, y es de buen gusto llenarse la boca hablando de él. El día que James Joyce esté al alcance de todos los bolsillos, las columnas de la sociedad se inventarán un nuevo ídolo a quien no leerán sino media docena de iniciados.
En realidad, uno no sabe qué pensar de la gente. Si son idiotas en serio, o si se toman a pecho la burda comedia que representan en todas las horas de sus días y sus noches.
De cualquier manera, como primera providencia he resuelto no enviar ninguna obra mía a la sección de crítica literaria de los periódicos. ¿Con qué objeto? Para que un señor enfático entre el estorbo de dos llamadas telefónicas escriba para satisfacción de las personas honorables:
"El señor Roberto Arlt persiste aferrado a un realismo de pésimo gusto, etc., etc."
No, no y no.
Han pasado esos tiempos. El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un "cross" a la mandíbula. Sí, un libro tras otro, y "que los eunucos bufen".
El porvenir es triunfalmente nuestro.
Nos lo hemos ganado con sudor de tinta y rechinar de dientes, frente a la "Underwood", que golpeamos con manos fatigadas, hora tras hora, hora tras hora. A veces se le caía a uno la cabeza de fatiga, pero…. Mientras escribo estas líneas pienso en mi próxima novela. Se titulará El Amor brujo y aparecerá en agosto del año 1932.
Y que el futuro diga.
Roberto Arlt
Y ahora que leíste el prólogo (que se queja de los prólogos) a un prólogo, ¿Hay alguno (bueno o malo) que no puedas olvidar?
domingo, 20 de marzo de 2011
Corazón
Es lo que tiene esta película:
Y late con fuerza.
El argumento no es novedoso: un adolescente siente que está al borde del suicidio, entonces se hace internar en el pabellón psiquiátrico de un hospital. Y ahí adentro pasa toda la historia clásica del autodescubrimiento. Pero ademas de lo que uno cuenta, también es importante cómo lo cuenta.
Así que si andas un poco triste, alicaído o angustiado; mirala. Es un abrazo hecho película, una caricia al alma.
Y late con fuerza.
El argumento no es novedoso: un adolescente siente que está al borde del suicidio, entonces se hace internar en el pabellón psiquiátrico de un hospital. Y ahí adentro pasa toda la historia clásica del autodescubrimiento. Pero ademas de lo que uno cuenta, también es importante cómo lo cuenta.
Así que si andas un poco triste, alicaído o angustiado; mirala. Es un abrazo hecho película, una caricia al alma.
sábado, 19 de marzo de 2011
Que quede entre nosotros
Yo también tuve mis quince minutos de fama. Como árbol, en la primaria. Después el éxito me sobrepasó y me retiré del mundo del espectáculo.
viernes, 18 de marzo de 2011
Dirigido por Michael Bay
Llegaba a la facultad. Por supuesto, el edificio no era ni por cerca el verdadero. Había muchas rampas, y las paredes eran de piedra. Como sea, el lugar estaba lleno de gente que iba y venia , entraba y salía de las aulas. Yo caminaba hacia algún lugar que desconozco, cuando me cruzo con una compañera de la primaria (gente toda a la que no volví a ver jamas). Nos ponemos a charlar, que si te acordás quien soy, que que haces acá y finalmente me acorrala con la pregunta del plano real (¿todavía no te recibiste?).
Entonces me acomodo en mi silla (porque ahora estoy en la estación de servicio de la esquina, con unos amigos de la facultad, tomando un café y charlando) y miro en el tele. Estaba Bruce Campbell, y discutía con una mujer. Van a una pausa. "Al fin pegó una" digo, mientras veo el nombre del programa (Evildead, la serie). En eso un amigo saca un aparatito y nos lo muestra. "Es una cámara", y la activa y empieza a filmar todo. Se podía ver en la tele lo que él filmaba. En un momento pasa Cristina Aguilera con un tipo, y este también la filma.
Y nos quedamos en la orilla del río (nuevo desplazamiento) mirando el agua, cuando de repente sentimos una explosión, y vemos un avión de combate que iba marcha atrás, disparando misiles. También había un helicóptero que disparaba en la misma dirección. En eso aparece un avión de esos bimotor, pero este era enorme y rojo. Y los otros le siguen disparando. Podemos ver por las ventanas redondas y grandes del avión rojo que adentro iba un montón de gente. Finalmente los disparos vuelan el techo del avión rojo, y podemos ver como cae al río.
Nos damos vuelta y en la tele están transmitiendo en vivo el incidente. Parece que el avión rojo estaba fuera de control y los otros lo hicieron caer en el río para evitar una tragedia.
Me despierto de golpe. Todavía me estoy preguntando si esto fue una pesadilla o qué.
Doctor, ¿Está todo bien?
miércoles, 16 de marzo de 2011
El Tifón de Arequito
En sus ratos libres custodia los libros |
Hoy el mal humor es mi dueño. Estos últimos días estoy necesitando un poco de tiempo solo en casa, para extenderme a mis anchas con mis aparatos y protoboards, pero la suerte no me está acompañando. Presencias inesperadas, el perro que anda como loco, gente que se pone loca porque el perro se pone loco, gente que se pone histérica porque la gente se pone loca, todo se rejunta en casa, creando un espacio que deja poco lugar a la tranquilidad que estoy necesitando para ponerme a trabajar en mis cosas. Ya me parezco a mi gata, que cuando ve chicos refunfuña y empieza a ir y venir con paso nervioso por toda la casa.
Y en medio de este mal humor se me ocurre que no es lo mismo estar en soledad que estar solo. Me parece que uno no necesita estar solo para estar en soledad, es algo más bien psicológico que físico. Pero algo debo estar haciendo mal, porque soledad me sobra, ahora lo otro, lo que necesito, estar solo, minga. Espero tener suerte mañana.
La despedida musical tiene poco que ver con el tema del post, pero va como recordatorio a los piratones de Internet, que todavía no pusieron a nuestra disposición el disco Live in London que salió hace una semana. Vamos muchachos, no se hagan de rogar. O se van a quedar solos.
martes, 15 de marzo de 2011
El surgimiento del héroe
Hace años (bastantes, diez por lo menos), me dije que a ciertos libros los tenía que leer al menos una vez al año. No es una lista grande, ni de grandes libros, lo grande es el cariño por esos libros en particular. Son Don Camilo, Cuentos de Amor de Locura y de Muerte y, (perdón) Rurouni Kenshin. Claro, en esa época no tenía acceso a tantos libros como ahora, y además tenía mucho más tiempo libre. Ahora cuando revuelvo en mis cosas y encuentro alguno de esos libros, me acuerdo de la promesa y hojeo algunas paginas.
Y si hay algo que hojeo siempre de Rurouni Kenshin son las hojas que siguen a continuación. Pero antes, un poco de contexto. Como parte de un plan de venganza, alguien hace esto y Kenshin queda así. Casi todos los responsables son encarcelados, y el resto escapa. Mientras todos están ocupados buscando a los que escaparon, uno de los que apresaron (Kujiranami) se fuga de la cárcel y se dirige a la ciudad ciego de odio y con intención de destruir todo. Es en esa situación cuando alguien deja su ambición de querer ser el mejor para simplemente ser mejor (lean de derecha a izquierda y de arriba hacia abajo):
No creo que sea la mejor parte del manga, pero sin dudas es mi preferida.
viernes, 11 de marzo de 2011
Incógnita (notas sobre la vida de un ganso)
Hoy creo que fue un día bastante extraño. Ya en el colectivo percibí que algo pasaba. Y es que no pude dejar de notar que la gente me miraba con más frecuencia de lo habitual. Pero esta vez las miradas no eran de desconfianza, incluso al bajarnos del colectivo una chica me regaló una sonrisa. Hoy fue un día bastante extraño, ya lo dije.
En la calle sucedió igual, eran evidentes las miradas que venían de todos lados. Hasta sorprendí a una vieja que me miraba con fijeza, sentada en una mesa de café, que rápido desvió la vista. Empecé a sospechar. Bragueta: no, todo en orden. Gorrita con hélice: no, la dejé en casa. Atuendo: nada impropio o erróneo. Qué se yo. El momento máximo lo fue también de suprema cursilería. Esperando el cambio del semáforo intercambié miradas con una chica del lado opuesto. Después de cruzar los dos tuvimos la precaución de darnos vuelta y mirar una vez más. Sí, bastante extraño.
A decir verdad, la única explicación que se me viene son los anteojos. Yo tengo algunos problemas en la vista, como tantos, y uso tanto anteojos como lentes de contacto. Aunque como es verano, los anteojos quedan guardados, una cuestión de comodidad.
Pero hoy me voy a poner los lentes y descubro con horror (Oh! El horror!) que hice mierda uno por frotarlo muy fuerte (todavía no me acostumbro a los descartables). Así que tuve que andar con los anteojos.
Y eso para mi es la explicación. Con los lentes de contacto me debo ver como una figura amenazante:
Mientras que con los anteojos he de parecer alguien apacible, el intelectual que siempre quise ser:
De todas formas esas son especulaciones, la incógnita queda. Pero hoy mi autoestima tuvo tremendo Power Up.
En la calle sucedió igual, eran evidentes las miradas que venían de todos lados. Hasta sorprendí a una vieja que me miraba con fijeza, sentada en una mesa de café, que rápido desvió la vista. Empecé a sospechar. Bragueta: no, todo en orden. Gorrita con hélice: no, la dejé en casa. Atuendo: nada impropio o erróneo. Qué se yo. El momento máximo lo fue también de suprema cursilería. Esperando el cambio del semáforo intercambié miradas con una chica del lado opuesto. Después de cruzar los dos tuvimos la precaución de darnos vuelta y mirar una vez más. Sí, bastante extraño.
A decir verdad, la única explicación que se me viene son los anteojos. Yo tengo algunos problemas en la vista, como tantos, y uso tanto anteojos como lentes de contacto. Aunque como es verano, los anteojos quedan guardados, una cuestión de comodidad.
Pero hoy me voy a poner los lentes y descubro con horror (Oh! El horror!) que hice mierda uno por frotarlo muy fuerte (todavía no me acostumbro a los descartables). Así que tuve que andar con los anteojos.
Y eso para mi es la explicación. Con los lentes de contacto me debo ver como una figura amenazante:
Mientras que con los anteojos he de parecer alguien apacible, el intelectual que siempre quise ser:
De todas formas esas son especulaciones, la incógnita queda. Pero hoy mi autoestima tuvo tremendo Power Up.
miércoles, 9 de marzo de 2011
Los Libros de Notas
Decía Samuel Butler que el verdadero escritor anda en todas partes tomando notas, como el verdadero pintor en todas partes se pone a sacar diseños. Y es fama que Butler, durante los últimos once años de su vida, gastaba una hora diaria en copiar en limpio sus notas. Un hombre así acaba por ser un peligro público, igual que un turista armado de la Kodak: ¡No vaya uno a parecer pintoresco! ¡No vaya uno a parar en la galería de curiosidades! La Lozana Andaluza no quería invitar al “Autor” a sus jolgorios, porque no “sacase dechados” (es decir: retratos).
Entre los escritores que han usado del libro de notas
como de un compañero -—-el más complaciente de todos— hay que recordar siempre a Flaubert, que gastó su fecundidad en apuntes y refundiciones de sus obras; hay que recordar al joven Stevenson que —dice él— nunca salía de casa sin dos libros: uno para leer, otro para escribir. Oliver Wendell Holmes, en las páginas que preceden al Autocrat of the breakfast table, nos aconseja apuntar todas las cosas felices que se nos ocurran en la conversación.
En la literatura contemporánea, el principio ha progresado de un modo alarmante. Rémy de Gourmont solía publicar sus libros de notas bajo el nombre griego de Epílogos. Chesterton llama su “cuaderno de notas” a la página que publica en un semanario ilustrado de Londres. Ya no hay quien no escriba para el público artículos de dos o tres líneas. En estética, micro-realismo, y en estilo, monosilabismo. Así va el mundo. Y a juzgar por el aceleramiento de la vida, así como se ha dicho que la revista matará al libro, puede asegurarse que la nota matará al artículo. No se ve, antes de aventurarse en una lectura, si el asunto nos interesa, si la firma nos merece confianza: se ve si ocupa más de tres páginas. Los libros de notas —pulso febril del tiempo— serán la literatura de mañana, y ya casi son la de hoy. También los tratados de filosofía sistemática se van transformando en “ensayos”, palabra del escepticismo. Dice bien el viejo maestro griego: el mundo es como un juego de niños en la arena.
Esta tarea de ir apuntando cada uno de nuestros fugaces pensamientos ofrece el riesgo de todos los “narcisismos”, conduce a la desesperación y a la muerte. Quien a toda hora escribe lo que dice o lo que piensa decir, acaba por considerar la “nota” como el objetivo supremo de su vida, y por enamorarse de todas sus ideícas. Ya no piensa, no habla, no escribe, sino en vista de su libro de notas. Y menos mal si se trata de una mente desordenada, que se regocija en su desorden. Pero si —ayudada de un temperamento metódico, que los hay para todo— la actividad de anotar “evoluciona integrándose por diferenciaciones sucesivas”, como diría Spencer; si la actividad de anotar suscita la de clasificar las notas, y si, en materia de simetrías mentales, el anotador resulta un nuevo Bentham (no sé si alguien ha reparado en esta condición de Bentham), entonces ya es seguro que nuestro hombre se convertirá en la más pesada carga para sus amigos y su familia, en el peor de los necios y el más angustiado de los mortales; en un verdadero Prometeo de la mente, acosado, a una, por los buitres de la derecha y por los buitres de la izquierda. El mundo se le desmenuzará en papelitos llenos de escritura abreviada. Olvidará el comer y el dormir. ¡Ay del que clasifica palabras! (Y figuraos que, en cierto modo, la humanidad nunca ha hecho otra cosa.)
Por eso los hombres de gobierno, los administradores —también en la literatura los hay—, ésos, como los viejos capitanes que se hacían seguir del esclavo historiador, no se toman el trabajo de anotar sus hazañas o sus salidas oportunas, sino que escogen para el caso a Boswell o a Eckermann.
Expliquémonos: hay naturalezas de pelícano, románticas y de sacrificio; alimentan con dolor los hijos de su espíritu. Y hay naturalezas de águila, aves de presa del espíritu, poetas de alegría superior para quienes la felicidad es la belleza. A éstos, como al personaje de Ibsen, los rodean los hombres ofreciéndoles el corazón arrancado a trozos. El Johnson de Londres, el Goethe de Weimar, tenían utilitario el sentimiento. Y Eckermann y Boswell habían nacido para secretarios. Lo que hubiera sido Deleyre para Rousseau, si éste hubiera podido consentir que alguien se le acercase. El semidiós siente, adivina a su adorador, se apodera de él, no le permite ya abandonarlo, lo envuelve como en una red mágica, y se pone a dictarle sus notas.
Si el adorador, como en el caso de Eckermann, es casado, la esposa tendrá que ser una víctima.
Auspiciaron este post las siguientes empresas:
Entre los escritores que han usado del libro de notas
como de un compañero -—-el más complaciente de todos— hay que recordar siempre a Flaubert, que gastó su fecundidad en apuntes y refundiciones de sus obras; hay que recordar al joven Stevenson que —dice él— nunca salía de casa sin dos libros: uno para leer, otro para escribir. Oliver Wendell Holmes, en las páginas que preceden al Autocrat of the breakfast table, nos aconseja apuntar todas las cosas felices que se nos ocurran en la conversación.
En la literatura contemporánea, el principio ha progresado de un modo alarmante. Rémy de Gourmont solía publicar sus libros de notas bajo el nombre griego de Epílogos. Chesterton llama su “cuaderno de notas” a la página que publica en un semanario ilustrado de Londres. Ya no hay quien no escriba para el público artículos de dos o tres líneas. En estética, micro-realismo, y en estilo, monosilabismo. Así va el mundo. Y a juzgar por el aceleramiento de la vida, así como se ha dicho que la revista matará al libro, puede asegurarse que la nota matará al artículo. No se ve, antes de aventurarse en una lectura, si el asunto nos interesa, si la firma nos merece confianza: se ve si ocupa más de tres páginas. Los libros de notas —pulso febril del tiempo— serán la literatura de mañana, y ya casi son la de hoy. También los tratados de filosofía sistemática se van transformando en “ensayos”, palabra del escepticismo. Dice bien el viejo maestro griego: el mundo es como un juego de niños en la arena.
Esta tarea de ir apuntando cada uno de nuestros fugaces pensamientos ofrece el riesgo de todos los “narcisismos”, conduce a la desesperación y a la muerte. Quien a toda hora escribe lo que dice o lo que piensa decir, acaba por considerar la “nota” como el objetivo supremo de su vida, y por enamorarse de todas sus ideícas. Ya no piensa, no habla, no escribe, sino en vista de su libro de notas. Y menos mal si se trata de una mente desordenada, que se regocija en su desorden. Pero si —ayudada de un temperamento metódico, que los hay para todo— la actividad de anotar “evoluciona integrándose por diferenciaciones sucesivas”, como diría Spencer; si la actividad de anotar suscita la de clasificar las notas, y si, en materia de simetrías mentales, el anotador resulta un nuevo Bentham (no sé si alguien ha reparado en esta condición de Bentham), entonces ya es seguro que nuestro hombre se convertirá en la más pesada carga para sus amigos y su familia, en el peor de los necios y el más angustiado de los mortales; en un verdadero Prometeo de la mente, acosado, a una, por los buitres de la derecha y por los buitres de la izquierda. El mundo se le desmenuzará en papelitos llenos de escritura abreviada. Olvidará el comer y el dormir. ¡Ay del que clasifica palabras! (Y figuraos que, en cierto modo, la humanidad nunca ha hecho otra cosa.)
Por eso los hombres de gobierno, los administradores —también en la literatura los hay—, ésos, como los viejos capitanes que se hacían seguir del esclavo historiador, no se toman el trabajo de anotar sus hazañas o sus salidas oportunas, sino que escogen para el caso a Boswell o a Eckermann.
Expliquémonos: hay naturalezas de pelícano, románticas y de sacrificio; alimentan con dolor los hijos de su espíritu. Y hay naturalezas de águila, aves de presa del espíritu, poetas de alegría superior para quienes la felicidad es la belleza. A éstos, como al personaje de Ibsen, los rodean los hombres ofreciéndoles el corazón arrancado a trozos. El Johnson de Londres, el Goethe de Weimar, tenían utilitario el sentimiento. Y Eckermann y Boswell habían nacido para secretarios. Lo que hubiera sido Deleyre para Rousseau, si éste hubiera podido consentir que alguien se le acercase. El semidiós siente, adivina a su adorador, se apodera de él, no le permite ya abandonarlo, lo envuelve como en una red mágica, y se pone a dictarle sus notas.
Si el adorador, como en el caso de Eckermann, es casado, la esposa tendrá que ser una víctima.
Alfonso Reyes
Auspiciaron este post las siguientes empresas:
lunes, 7 de marzo de 2011
De todo un poco y nada de nada
De las clases de Final Fantasy
El guerrero es fuerte y tiene buena resistencia. Puede usar todas las espadas, escudos y armaduras.
El ladrón tiene una evasión alta, así como su velocidad. Puede usar todos los cuchillos y ciertas armaduras.
El monje tiene fuerza, resistencia y vitalidad altas; y buena velocidad. No usa armas y se puede equipar con pocas armaduras.
El mago blanco tiene una inteligencia alta. Usa hechizos de sanación y de alteración de estados, y puede equiparse como arma los bastones.
El mago negro también tiene inteligencia elevada. Usa hechizos elementales para causar daño al enemigo, y puede usar cuchillos y cetros como arma.
Por ultimo tenemos al mago rojo. Sus características generales son medias. Puede usar cualquier clase de arma, así como las dos clases de magia. Y ahí viene el asunto. Porque en principio parece que es la mejor clase del juego, magia, fuerza y velocidad en un solo personaje.
Pero cuando llegas a la mitad del juego (más o menos) viene la decepción. Ves que los otros magos siguen aprendiendo hechizos más potentes y efectivos y el rojo no, encontrás espadas cada vez más fuertes, pero el rojo no las puede usar. Cuando sube de nivel sus habilidades suben mucho menos que las de los otros. En definitiva, elque creías era el mejor personaje pasó a ser una carga, y generalmente la situación es esta:
Me estoy empezando a preguntar si en el fondo no seré un mago rojo...
Igual si hay que ir a pelear, vamos.
viernes, 4 de marzo de 2011
This Crushing Life
Saciado ya de aventuras espaciales y matanza de necromorfos,
y dejando al pobre Isaac Clarke descansar un rato, era tiempo de volver a las raíces. Bueno, casi. Pero que es adictivo, es adictivo.
Mi mejor tiempo fue de más o menos 220 segundos, lo que deja en evidencia mi falta de reflejos y habilidad.
y dejando al pobre Isaac Clarke descansar un rato, era tiempo de volver a las raíces. Bueno, casi. Pero que es adictivo, es adictivo.
Mi mejor tiempo fue de más o menos 220 segundos, lo que deja en evidencia mi falta de reflejos y habilidad.
miércoles, 2 de marzo de 2011
Amanecer
De las moradas de las futuras dicha y miseria
La renovación del universo
*Para los muchachos de allá arriba el sol es en realidad un personaje femenino, así como la luna en realidad es masculina. De hecho en algunos idiomas actuales (como el alemán, por ejemplo), sigue siendo así.
"¿Qué quedará", preguntó Gangler, "después que el cielo y la tierra y el universo entero sean consumidos, y después de que todos los dioses y héroes del Valhalla y toda la humanidad perezcan? Porque ya me has dicho que todos continuaremos existiendo, en un mundo u otro, por toda la eternidad."
"Habrá muchas moradas", contestó Thridi, "algunas buenas y otras malas. El mejor lugar para estar será Gimli, en el cielo, y todo el que se deleite en beber en grandes cantidades encontrará un gran surtido en el salón llamado Brimir, que está también en el cielo, en la región Okolni. Hay también un bello salón de puro oro llamado Sindri, que se encuentra en las montañas de Nida. En esos salones moran los hombres justos y de mente clara. En Nastrord hay una vasta y terrible estructura con puertas del lado norte. Está hecha enteramente de espinazos de serpientes entrelazadas de la misma forma que se hace con el mimbre. Pero las cabezas apuntan al interior del salón, y continuamente lanzan veneno, en el que se hallan los asesinos y los que cometieron perjurio."
"¿Sobrevivirá algún dios, y habrá un cielo y una tierra?" inquirió Gangler.
"Emergerá del océano" contestó Har, "otra tierra, más bella y verde, con agradables campos en los que los granos crecerán sin necesidad de siembra. Vidar y Vali sobrevivirán, ni el veneno ni el fuego de Surtur los dañará. Residirán en la planicie de Ida, donde antes se encontraba Asgard. Allí llegaran los hijos de Thor, Modi y Magni, llevando consigo el mazo Mjolnir, que era de su padre. Baldur y Hodur también arribaran desde la muerte. Se reunirán y charlaran todos, y recordaran su antigua sabiduría y los peligros que enfrentaron, y la lucha con el lobo Fenrir y la serpiente de Midgard. Encontraran también en el césped esas tabletas de oro que Aesir poseyó antes. Como se ha dicho:
Aquí residirán Vidar y Vali
En los tronos sagrados de los dioses
Cuando el fuego de Surtur se aplaque
Y Modi y Magni
Poseerán Mjolnir
Y el conflicto a un fin llegará
"Debes saber, ademas, que durante la conflagración causada por el fuego, una mujer llamada Lif y un hombre llamado Lifthrasir permanecían ocultos en el bosque de Hodminir. Ellos se alimentarán del rocío matinal, y su descendencia se esparcirá velozmente por todo el mundo.
"Pero lo que te parecerá más maravilloso es que la sol* dará a luz una hija más bella que ella misma, y que transitará por el camino antes recorrido por su madre.
"Y ahora" siguió Thridi, "si tienes más preguntas no se quién podrá responderlas, pues nunca escuché de alguien que pueda contar qué ocurrirá en las otras eras del mundo."
De la Edda Menor de Snorri Sturluson.
*Para los muchachos de allá arriba el sol es en realidad un personaje femenino, así como la luna en realidad es masculina. De hecho en algunos idiomas actuales (como el alemán, por ejemplo), sigue siendo así.
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