domingo, 31 de marzo de 2013

Gilbert

     Un gran derrumbamiento silencioso, un desengaño inmenso y mudo, ha caído en nuestro tiempo sobre nuestra civilización occidental. Todas las edades anteriores han sudado y han sido crucificadas en su intento por comprender qué era realmente la vida recta, qué era, realmente, un buen hombre. Una parte definida del mundo moderno ha llegado a la incuestionable conclusión de que no existe respuesta a esas preguntas, de que lo más que podemos hacer es colgar unos cuantos carteles en los lugares donde el peligro es más obvio, para prevenir a los hombres, por ejemplo, contra los males de beber hasta la intoxicación, o de ignorar la mera existencia de sus vecinos. Ibsen es el primero en regresar de la infructuosa cacería trayéndonos las nuevas de un gran fracaso.
     Todas y cada una de las modernas expresiones populares e ideales constituyen artimañas destinadas a minimizar el problema de lo que es el bien. Nos encanta hablar de «libertad»; y eso, hablar de ella, es un truco para evitar discutir sobre lo que es bueno. Nos encanta hablar del «progreso», y eso es también un truco para evitar discutir sobre lo que es bueno. Nos encanta hablar de «educación», y eso es un truco para evitar discutir sobre lo que es bueno. El hombre moderno dice: «Dejemos de lado todos esos criterios arbitrarios y abracemos la libertad». Eso, trasladado a la lógica, equivale a decir: «No decidamos lo que es bueno, y sin embargo consideremos bueno no decidirlo». El hombre moderno dice: «Abandona tus viejas fórmulas morales. Yo soy partidario del progreso». Dicho en términos lógicos, es como afirmar: «No determinemos qué es bueno. En lugar de ello, determinemos si estamos obteniendo más de lo bueno». El hombre moderno dice: «Amigo mío, ni en la religión ni en la moral se encuentran las esperanzas de la raza, sino en la educación». Esto, claramente expresado, equivale a: «No podemos decidir lo que es bueno, pero enseñémoselo a nuestros hijos».

G. K. Chesterton; Herejes, capítulo II (fragmento).

miércoles, 20 de marzo de 2013

1951

Y se andan quejando por el nombre de una o dos placitas :P

sábado, 16 de marzo de 2013

Examen de Conciencia (Inconcluso)

     Vivir la vida en sueño y ficción es, al fin y al cabo, vivir la vida. Abdicar es actuar. Soñar es confesar la necesidad de vivir, reempla­zando la vida por la irreal, y conformándola como una compensación de la fatalidad de tener que querer vivir.
     ¿Qué es todo esto sino la búsqueda de la felicidad? ¿Acaso con ello se busca otra cosa?
     ¿El devaneo continuo, el análisis ininterrumpido, supieron darme algo esencialmente diferente de lo que la vida me hubiera dado?
     Apartándome de los hombres no encontré, ni □

     Este libro es un solo estado de alma, analizado por todos sus costados, recorrido en todas sus direcciones.
     ¿Podría decir que el escribirlo me aportó, al menos, algo nue­vo? Ni siquiera ese consuelo me queda. Ya estaba todo en Heráclito y en el Eclesiastés: La vida no es sino el juguete de un niño construido con arena... vanidad y □ de espíritu... Y al pobre Job le basta una frase: Mi alma está cansada de mi vida.

     Me escucho soñar. Me acuno con el sonido de mis imágenes Se me deletrea en recónditas melodías □
     ¡El sonido de una frase bien concebida vale tantos gestos! ¡Una metáfora consuela de tantas cosas!
     Me escucho... Son ceremoniales en mí... Cortejos... Lentejuelas en mi hastío... Bailes de máscaras...  Presencio mi alma con deslumbramiento...
     Caleidoscopio de fragmentadas secuencias, de □
     Pompa de las sensaciones demasiado vividas... Lechos majestuosos en castillos desiertos, joyas de princesas muertas, ensenadas avistadas desde saeteras de castillos; vendrán sin duda, llegarán, para los más felices, los honores y el poderío; habrá cortejos en los exilios... Orquestas adormecidas, hilos de □ bordando sedas...

     En Pascal:
     En Vigny: En ti □
     En Amiel, tan completamente en Amiel:
     ... (ciertas frases)...
     En Verlaine, en los simbolistas:

     Tanta cosa enferma en mí... Ni siquiera el privilegio de una pe­queña originalidad en las características de mi mal... No hago sino lo que tantos hicieron antes de mí... Es vieja mi forma de sufrir... ¿Realmente, para qué pienso en estas cosas, si ya tantos pensaron en ellas y tantos las sufrieron?...

     Y sin embargo, algo, sí, de nuevo aporté. Pero de eso no soy responsable. Vino de la Noche y brilla en mí como una estrella... Nada de mi esfuerzo lo produjo ni lo disipó... Soy un poniente en­tre dos misterios, sin saber cómo me construyeron...

Del Libro del Desasosiego de Fernando Pessoa.

lunes, 11 de marzo de 2013

domingo, 10 de marzo de 2013

No No No No

No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No No 

lunes, 4 de marzo de 2013

The Wizard of Pope





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