Dejemos a Tauris y pasemos a Persia. La Persia era antiguamente una inmensa provincia, noble e importante, pero en el presente los tártaros la han destruido y diezmado. En Persia se halla la ciudad de Sava, de donde partieron los tres Reyes Magos cuando vinieron a adorar a Jesucristo. En esta ciudad están enterrados en tres grandes y magníficos sepulcros. Encima de los cenotafios hay un templete cuadrado, muy bien labrado. Estos sepulcros se hallan el uno junto al otro. Los cuerpos de los Reyes están intactos, con sus barbas y sus cabellos. El uno se llamaba Baltasar, el otro Gaspar y el tercero Melchor. Micer Marcos interrogó a varias personas con respecto a estos tres Reyes Magos, y nadie supo dar razón de ellos, exceptuando que eran Reyes y fueron sepultados ahí en la Antigüedad. Pero os voy a referir lo que averiguó más tarde sobre el particular: Un poco más lejos, y a tres días de viaje, se halla un alcázar llamado Cala Atapereistan, lo que en español significa: «Castillo de los adoradores del fuego.» Y esto es la verdad, pues estos hombres adoran el fuego. Os diré por qué lo adoran: Las gentes de ese castillo cuentan que en la Antigüedad tres Reyes de esta región fueron a adorar a un profeta que acababa de nacer y llevarle tres presentes: el oro, el incienso y la mirra, para saber si ese profeta era Dios, rey terrestre o médico, pues dijeron que si tomaba el oro, era rey terrenal; si el incienso, era un Dios; si la mirra, entonces era un médico. Cuando llegaron al sitio en donde había nacido el niño, el más joven de los Reyes se destacó de la caravana y fue solo a ver al niño y vio que era semejante a él, pues tenía su edad y estaba hecho como él, y esto lo llenó de asombro. Luego fue el segundo de los Reyes, que era de la misma edad, y contestó lo mismo. Y creció al punto su sorpresa. Por fin, fue el tercero, que era el más anciano, y le sucedió lo que a los otros dos. Y quedáronse pensativos… Cuando se reunieron se contaron uno a otro lo que habían visto y se maravillaron de ello. Entonces decidieron ir los tres a un tiempo, encontrando al niño del tamaño y edad que le correspondía (pues no tenía más que trece días). Ante él se postraron ofreciéndole oro, incienso y mirra. El niño cogió las tres cosas y, en cambio, les entregó un cofrecillo cerrado. Los Reyes Magos volvieron después de esto a sus respectivos países.
Cuando hubieron cabalgado algunas jornadas, se dijeron que querían ver lo que el niño les habla dado. Abriendo el cofrecillo, se encontraron que contenía una piedra. Sorprendidos, preguntáronse qué significaría aquello, pues habiendo el niño cogido las tres ofrendas, comprendieron los Reyes que el niño era Dios, Rey terrestre y Médico, y debía de tener aquello un sentido oculto, y, en efecto, el niño dio a los tres Reyes la piedra, significándoles que fueran firmes y constantes en su fe. Los tres Reyes tomaron la piedra y la echaron a un pozo, ignorando aún su significado, y cuando la piedra cayó al pozo, un fuego ardiente bajó del cielo y penetró en el pozo. Cuando tal vieron los Reyes, quedaron estupefactos y se arrepintieron de haber tirado la piedra, pues era un talismán. Cogieron del fuego que salía del pozo para llevarlo a sus respectivos países y ponerlo en un magnífico y rico templo. Y desde entonces está ardiendo y le adoran como si fuera un dios. Y los sacrificios y holocaustos que hacen son con ese fuego sagrado. Jamás toman de otro fuego que no sea de este maravilloso, caminando leguas y leguas para conseguirlo, cuando se les acaba, por la razón que ya os dije. Y son numerosos los que adoran el fuego en esta región. Todo esto le contaron a mi señor Marco Polo, y también de que los tres Reyes Magos el uno era de Sava, el otro de Ava y el tercero de Cashan.
Marco Polo, La descripción del Mundo.
2 comentarios:
Cool
Y cuantas veces nosotros mismos arrojamos nuestra piedra, porque nos cansa, nos molesta o sentimos que no tiene sentido cabalgar con ella a cuestas.
¡Muy bueno, Popo!
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