miércoles, 27 de noviembre de 2013

Sésamo (39)


     Cuando los hombres están adecuadamente ocu­pados, sus diversiones brotan de su trabajo, como los pétalos coloreados de la flor del frutal; cuando son fielmente útiles y compasivos, todas sus emociones se hacen estables, profundas, perpetuas y vivifican el alma como el pulso natural al cuerpo. Pero ahora, al no tener ninguna ocupación verdadera, vertemos toda nuestra energía viril en el falso negocio de hacer di­nero; y al carecer de verdadera emoción, tenemos que procurarnos emociones falsas, adornadas por nosotros para jugar con ellas, no inocentemente, como los ni­ños con sus juguetes, sino culpable y sombríamente, como los judíos idólatras con sus pinturas de las pa­redes de las cavernas, que los hombres tuvieron que cavar para descubrir. No ejecutamos la justicia; la re­medamos en la novela y en el teatro; la belleza que destruimos en la naturaleza la sustituimos por la metamorfosis de la pantomima y (nuestra naturaleza humana nos exige de modo imperioso el temor y la pena de alguna clase) la noble pena que debíamos sentir por nuestros semejantes y las lágrimas que de­bíamos llorar con ellos, las sustituimos por el deleite que nos produce el patetismo de los cuarteles de la policía, y recogemos el rocío nocturno de la sepul­tura.

John Ruskin, Sésamo y Lirios (1871)

1 comentario:

Lunática dijo...

Cruel pero, lamentablemente, real.
Mientras leía me acordaba de "El hombre Light", "Homovidens"...

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