El contemplador asiste a su vida, no la conduce; es espectador más bien que actor, e intenta comprender más bien que hacer.
¿Es inmoral e ilegítima esta manera de ser? ¿Estamos obligados a la acción? ¿Este desprendimiento es una individualidad respetable o un pecado que debemos combatir? Siempre he vacilado en este punto, y he perdido varios años en reproches ineficaces y en impulsos inútiles. Mi conciencia occidental y penetrada de moralismo cristiano ha sido siempre perseguidora de mi quietismo oriental y de mi tendencia búdica. No soy digno de aprobación a mis ojos, ni he sabido enmendarme. En esto, como en todo lo demás, estoy dividido y perplejo, y he oscilado entre los contrarios, manera especial de guardar el equilibrio, pero que impide toda cristalización.
¿Es inmoral e ilegítima esta manera de ser? ¿Estamos obligados a la acción? ¿Este desprendimiento es una individualidad respetable o un pecado que debemos combatir? Siempre he vacilado en este punto, y he perdido varios años en reproches ineficaces y en impulsos inútiles. Mi conciencia occidental y penetrada de moralismo cristiano ha sido siempre perseguidora de mi quietismo oriental y de mi tendencia búdica. No soy digno de aprobación a mis ojos, ni he sabido enmendarme. En esto, como en todo lo demás, estoy dividido y perplejo, y he oscilado entre los contrarios, manera especial de guardar el equilibrio, pero que impide toda cristalización.
Me fue dado percibir lo absoluto, y no tuve la audacia indiscreta de la individualidad. ¿Con qué derecho haría de un defecto un título? No he acertado a ver ninguna necesidad para imponerme a los demás. Sólo tuve la evidencia de mis deficiencias y de las superioridades ajenas. No es así como nos abrimos camino. Con aptitudes variadas y cierta inteligencia, carecía de la impulsión dominante y del talento imperioso, y siendo capaz, me sentí libre, y libre no he sabido descubrir la perfección. El equilibrio produjo la indecisión, y la indecisión esterilizó todas mis facultades.
Del diario íntimo de Amiel
1 comentario:
Cada uno la baila como más le gusta. Osho siempre hablo de ser "testigo", pero era también un gran actor.
Tal vez el secreto sea equilibrar las dos tendencias.
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