Abriéndose paso entre grupos de gente llegó a su lado. Vio la sorpresa y la alegría en la cara de Julia.
–Creí que no te encontraba –dijo Almanza.
–Por fin llegaste –dijo ella.
Se demoraron en recíprocas y apresuradas explicaciones.
–Llamé a la pensión. Me dieron la noticia y me dijeron que estaba invitada a cenar en El Estribo.
–Te busqué por todas partes.
–Yo por todas partes busqué esto. –Mostró un paquete, largo y angosto. – No vale nada. Quería traértelo. Ojalá fuera algo mejor.
Rompió el papel, abrió la caja y sacó un tubo de cartón, con líneas de colores, en espiral.
–Parece un anteojo de larga vista.
–Es un caleidoscopio. Quizá te recuerde los vitrales.
Miró y dijo:
–No se cansa uno de mirar.
–Te traje tu valija.
Mascardi la había llevado al Estribo, pensando que así lo obligaba a pasar por allá. Como Almanza no llegaba, se disponía a llevársela al ómnibus, cuando supo que Julia iba y le dijo: “No pesa mucho. Le va a gustar más que se la lleves vos”.
Anunciaron la salida para Balcarce, Tandil y Azul.
–Mejor que subas.
Obedeció. Golpeando el vidrio, porque no conseguía abrir la ventanilla, empezó a gritarle:
–Quería decirte...
Julia se tapaba la cara, para que no la viera llorar, y le decía algo, que no oyó.
–Creí que no te encontraba –dijo Almanza.
–Por fin llegaste –dijo ella.
Se demoraron en recíprocas y apresuradas explicaciones.
–Llamé a la pensión. Me dieron la noticia y me dijeron que estaba invitada a cenar en El Estribo.
–Te busqué por todas partes.
–Yo por todas partes busqué esto. –Mostró un paquete, largo y angosto. – No vale nada. Quería traértelo. Ojalá fuera algo mejor.
Rompió el papel, abrió la caja y sacó un tubo de cartón, con líneas de colores, en espiral.
–Parece un anteojo de larga vista.
–Es un caleidoscopio. Quizá te recuerde los vitrales.
Miró y dijo:
–No se cansa uno de mirar.
–Te traje tu valija.
Mascardi la había llevado al Estribo, pensando que así lo obligaba a pasar por allá. Como Almanza no llegaba, se disponía a llevársela al ómnibus, cuando supo que Julia iba y le dijo: “No pesa mucho. Le va a gustar más que se la lleves vos”.
Anunciaron la salida para Balcarce, Tandil y Azul.
–Mejor que subas.
Obedeció. Golpeando el vidrio, porque no conseguía abrir la ventanilla, empezó a gritarle:
–Quería decirte...
Julia se tapaba la cara, para que no la viera llorar, y le decía algo, que no oyó.
Adolfo Bioy Casares
2 comentarios:
Es de "La aventura de un fotógrafo en La Plata"??? Siempre quise leerla.
Creo que sí, aunque lo saqué de una antología y no presté atención.
Ojala que lo leas, cualquier cosa de Bioy es interesante.
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