domingo, 21 de febrero de 2010

Pessoa Says:

      "Cuando nació la generación a la que pertenezco, encontró el mundo desprovisto de apoyos para quien tuviese cabeza y, al mismo tiempo, tuviese corazón. El trabajo destructivo realizado por las generaciones anteriores hizo que el mundo, para el cual habíamos nacido, no tuviese ninguna convicción que transmitirno en el orden religioso, sostén que brindarnos en el orden moral, tranquilidad que comunicarnos en el plano político. Nacimos ya en plena angustia metafísica, en plena angustia moral, en pleno desasociego político. Ebrias de fórmulas externas, de los meros procesos de la razón y de la ciencia, las generaciones que nos precedieron socavaron todos los fundamentos de la fe cristiana, porque su crítica bíblica, ascendiendo de la crítica de los textos a crítica mitológica, redujo los evangelios y la anterior hagiografía de los judios a un amontonado incierto de mitos, de leyendas y de mera literatura; y su crítica científica fue apuntando gradualmente a los errores, a las ingenuidades salvajes de la "ciencia" primitiva de los evangelios; al mismo tiempo, la libertad de discusión, que dio estado público a todos los problemas metafísicos, arrastró con ellos a los problemas religiosos hasta subsumirlos en los de la metafísica. Ebrias de una cosa incierta, a la que llamaron "positividad", esas generaciones criticaron toda la moral, escudriñaron todas las normas de la vida, y de tal choque de doctrinas, no quedó sino la fe en ninguna de ellas, y el dolor de que tal certeza no exista. Una sociedad tan indisciplinada en sus fundamentos culturales no podía, evidentemente, ser sino víctima, en política de esa misma indisciplina; y así fue como despertamos a un mundo ávido de novedades sociales y que marchaba con alegría hacia la conquista de una libertad que no conocía, de un progreso que nunca había definido.
      Pero el criticismo frustrado ded nuestros padres, si nos legó la imposibilidad de ser cristianos, no nos legó el contento de no serlo; si nos legó su descreimiento en las fórmulas morales establecidas, no nos legó la indiferencia hacía la moral y hacía las normas de la vida humanamente vivida; si dejó sin resolver el problema político, no dejó indiferente nuestro espíritu ante la solución que pudiera o no encontrarse a ese problema. Nuestros padres destruyeron alegremente, porque vivían en una época que contaba todavía con reflejos de la solidez del pasado. Eso mismo que destruían era lo que le daba fuerza a la sociedad para que pudiese destruir sin sentir que el edificio entero se les venía abajo. Nosotros heredamos la destrucción y sus resultados.
      En la vida de hoy, el mundo no pertenece más que a los estúpidos, a los insensibles y a los exaltados. El derecho a vivir y de triunfar se conquista hoy casi mediante los mismos recursos con los que se conquista la internación en un manicomio: la incapacidad de pensar, la amoralidad y la hiperexcitación."

Fragmento Nro 175 de "El libro del desasosiego" de Fernando Pessoa(1888-1935)

2 comentarios:

I. dijo...

Nosotras bancamos los post largos que nos dejan pensando y boquiabiertas de incredulidad.
Un optimista, Pessoa; imaginate qué queda para nuestra generación si la suya venía así de encarrilada. De generación en degeneración, decían no recuerdo dónde.

Mr. Popo dijo...

No por nada lo llamaban "el poeta del pesimismo". Al libro del desasosiego no lo termine de leer por eso. No conviene leerlo si uno no anda muy feliz.

Cita preferida (aunque no de este libro):
"Eras muchos, eras todos,
Y nunca eras nadie"

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