miércoles, 17 de marzo de 2010

Fe, alguna fe y ninguna fe

      En los antiguos días tres hombres salieron en peregrinación; uno era un sacerdote y otro una persona virtuosa y el tercero un vagabundo con su hacha.
      En el camino, el sacerdote habló de los fundamentos de la fe.
      - Hallamos las pruebas de nuestra religión en las obras de la naturaleza- dijo y se golpeó el pecho.
      - Así es- dijo la persona virtuosa.
      - El pavo real tiene una voz áspera- dijo el sacerdote- como nuestros libros siempre lo atestiguaron. ¡Que alentador!- exclamó como si llorara-. ¡Qué edificante!
      - Tales pruebas no me hacen falta- dijo la persona virtuosa.
      - Luego, su fe no es razonable- dijo el sacerdote.
      - Grande es la justicia y prevalecerá- gritó la persona virtuosa-. Hay lealta en mi alma; no dudéis que hay lealtad en la mente de Odin.
      - Esos son juegos de palabras- replicó el sacerdote-. Comparado con el pavo real, un saco de tal hojarasca no vale nada.
      Pasaban entonces frente a una granja y había un pavo real posado en el cerco; y el pájaro cantó y su voz era como la del ruiseñor.
      - ¿Qué me dice ahora?- preguntó la persona virtuosa-. Sin embargo, a mí no me afecta. Grande es la verdad y prevalecerá.
      - Que el demonio se lleve ese pavo real- dijo el sacerdote y, durante una milla o dos, estuvo cabizbajo.
      Pero luego llegaron a un santuario, donde un faquir hacía milagros.
      - Ah- dijo el sacerdote-. He aquí los verdaderos fundamentos de la fe. El pavo real no era otra cosa que un adminículo. Esta es la base de nuestra religión.
      Y se golpeó el pecho y gimió como si padeciera de cólicos.
      - Para mí- dijo la persona virtuosa- todo esto es tan insignificante como el pavo real. Creo porque sé que la justicia es granded y prevalecerá, y este faquir podría seguir con su prestidigitación hasta el día del juicio final y no me embaucaría.
      Al oír esto el faquir se indignó tanto que le tembló la mano y, en medio de un milagro, los naipes cayeron de la manga.
      - ¿Qué me dice ahora?- preguntó la persona virtuosa-. Y sin embargo, a mí no me afecta.
      - Que el diablo se lleve al faquir- exclamó el sacerdote-. Realmente, no veo la ventaja de seguir con esta peregrinación.
      -¡Valor!- exclamó la persona virtuosa-. Grande es la justicia y prevalecerá.
      - Si está usted seguro de que prevalecerá...- dijo el sacerdote.
      - Le doy mi palabra- dijo la persona virtuosa.
      Entonces el otro prosiguió con mejor ánimo.
      Finalmente llegó uno corriendo y les dijo que todo estaba perdido; los poderes de las tinieblas sitiaban las Mansiones Celestiales y Odin iba a morir y el mal triunfaría.
      - He sido burdamente engañado- exclamó la persona virtuosa.
      - Ahora todo se ha perdido- dijo el sacerdote.
      - ¿No estaremos a tiempo para pactar con el diablo?- dijo la persona virtuosa.
      - Esperemos que sí- dijo el sacerdote-. Intentémoslo en todo caso.¿Pero que está haciendo con su hacha?- le dijo al vagabundo.
      - Voy a morir con Odin- dijo el vagabundo.

R. L. Stevenson, Fables

2 comentarios:

HerNo dijo...

jaja Toby de RRHH!!
Aguante The Oficce!!

Alejandro dijo...

Wow, el mas leal fue el que menos se esperaba. Eso ocurre seguido en la vida, nos damos cuenta de que podiamos confiar en quien menos confiabamos.

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