La paloma mira con atención desde el cable que pasa sobre el patio. A un lado ve un koala de peluche semimutilado y sucio. Frente a ella está el rosal preparándose para la primavera. Le llama la atención una mata de pasto, y cuidándose de que no haya nadie peligroso alrededor baja a mirarla más de cerca.
La gata sale con rapidez de su escondite, que está a unos diez metros de la paloma. Cuando llega a un metro de distancia, el pájaro la mira con un gesto de burla y sale volando. Ella de todos modos sigue su carrera, para disimular, y se esconde atrás del rosal, a la sombra.
Mientras tanto, el perro levanta la cabeza, mira, olisquea un poco el aire tibio y se vuelve a dormir.
3 comentarios:
Ah, el gato ese también sufre la vergüenza de la cacería frustrada como mis gatas.
El perro es el que mejor la pasa.
Yo diria que los gatos nunca se estresan,
Publicar un comentario