domingo, 30 de enero de 2011

Guía del viajero interplatanario

Disclaimer: El nombre del post poco tiene que ver con su contenido. Se usó simplemente para generar expectativas y un incremento del número de visitas. Ademas se agradece a Thomas Moro Simpson por el formato que tomaré prestado para este post. Así que se puede decir que las partes con letra más chica son perfectamente prescindibles en la lectura del post. Y se pide disculpas por anticipado al ya mencionado autor por la futura violación de la ley 11.723 por "copiar por cualquier forma mecánica o electrónica cualquier parte de su texto". Hechas las aclaraciones anteriores, let's go.

I
     En el mundo de los cómics hay ocasiones en las que se arma tal quilombo que las casas editoriales deciden generar eventos como "crisis infinita" o boludez del estilo, en los que todos los títulos hablan del mismo tema, y se ocupan de un mal común. Y es así como en el pequeño mundo blogger que rodea este espacio que la tristeza o melancolía se expandió como un mal común, afectando sin ir más lejos, por ejemplo, al vago y a la maga. Hubo una vez que me atacó a mi con una intensidad notable, y fue reflejado acá. Cuando pensé en ese momento en las causas sospeche al principio que la vesícula se encargaba de producir algún tipo de hormona reguladora de la felicidad.

Estudios recientes en el campo de la googlología y la wikipediatría indican que tal creencia es totalmente errónea, y que la vesícula no segrega hormonas de ningún tipo. 

     Pero al notar que no se trata de un caso aislado, la nueva sospecha se movió al campo de las conspiraciones. Básicamente pensé que al entrar en la cuenta de blogger de alguna manera subliminal se nos induciría al ya generalizado estado. Al descartar la idea por demasiado exagerada, solo queda un causal (creo), reflejado en el siguiente audio:

 

¿Sabías que cuando Natalia Lafourcade tenía 8 años un caballo le pateó la cabeza y los médicos le dijeron a la familia que tendría problemas de aprendizaje y memoria por el resto de su vida? Felizmente (para ella) su madre descreyó de tales afirmaciones y mediante la música logró rehabilitarla.

     Con esto cerraríamos el tema del "origen" del mal. Ya sea conspiración, corazón con agujeritos (en paz descanse) o aburrimiento mortal; el asunto esencial es lidiar con ese estado y buscar la forma de sobrellevarlo de la mejor manera posible. Y hay varias. Generalmente todas tratan de "ahogar" la sesera y evitar el ruido a pensamiento. Y entonces algunos ven The anchorman diez veces, con el cerebro en un tacho al lado, otros le entran por el lado musical, los hay que pastillita y a dormir la mona, y varios otros métodos de larga y vana enumeración. Pero hay un método que de vez en cuando uso que es el generador de este post. Si lo que uno busca es "ahogar" el flujo de ideas negativas, ¿qué mejor que el mar? Así es como manejo el asunto, agarró el primer colectivo que pasa y voy a la playa (en Mar del Plata el 90% de los micros van a la playa). Y busco algun lugar en la costa en el que se puede escuchar el mar sin interferencias. Díganle herencia cetácea, o como sea, pero funciona excelente conmigo.

Ok. No hay mar, ni lago ni río cerca de tu ubicación. No importa. Muchos dicen que el mar es el espejo del cielo, incluso más abajo alguien lo va a decir también. Pero lo que nadie dice es que hay otro paralelismo. Prestá atención, aunque no es nada complicado. Si no hay mar entonces busca un árbol grande , o un bosque, no sé, la cantidad ayuda. Rogá que el viento esté presente. Cerrá los ojos y escuchá. Ese es el sonido del mar. No es exactamente lo mismo, no está el olor, ni la humedad; pero la imaginación es grandiosa y completa lo que falta. Porque el ruido del viento en los árboles ES el ruido del mar.


II 

     Me desperté temprano. Eso, la sensación de haber soñado con los fantasmas de siempre y el no poder volver a dormirme me advirtieron lo que podría llegar a pasar. "No, hoy no". Micro, playa. Pero hay un asunto: no me gusta la playa, en tanto que criadero de turistas. Claro, en invierno uno puede andar por donde se le antoje, sin tener que esquivar cantores, chicos, abuelas, churreros. En verano esta la parte rocosa nomas. Bajo del micro en la zona popular, y empiezo a seguir a pie la linea de la costa. Ademas de escuchar el mar, recorrerlo también ayuda. En el camino me crucé con desfiles de modelos, un camión lleno de pañales gratis, Mateyko haciendo el aguante (a las 5 de la tarde) a que llegue Palito a la noche y los puestos de artesanías. Nunca falta entre esos puestos el de libros (de dudosa procedencia editorial). Miro y veo que entre otros habían varios de Macedonio Fernandez.

¿Qué te lleva a escribir de cosas complicadas de una manera tan complicada?¿No te alcanza? 

     También había varios de Bukowski, tipo que empecé a leer no hace mucho y con gusto. Y veo Cartero.

Volvamos unos días atrás. Un par nomas. Con la llegada sorpresiva de fondos extra la idea de salir a "cazar" libros vino enseguida. Y se da también que en esta librería tienen un "desafío". Te dan un señalador con una cita y si adivinas el autor y el libro ganas un 20%  de descuento en tu compra. Cuando me dieron el señalador, unas semanas antes, les dije "parece un trabajo para google". Y tenía razón. Porque mi memoria no funciona "de memoria". No hay citas exactas, está el recuerdo del argumento, o la idea general. Pero no me vengan con aprender de memoria. Creo que esa es  mi herencia de la ingeniería, pero me estoy yendo de tema. Como venía diciendo, tenía razón. En ese momento, quería con seguridad 3 libros: On the Road, El ABC de la Lectura y Bradbury Habla. El primero un tiempo atrás lo tenían, pero mis bolsillos me lo negaron. Así que voy, y subo, primer piso, tendría que estar todo lo que busco. Pero no, solo el de Bradbury. Y entonces a rebuscar que más podría haber de interesante, y Bukowski, con sus Erecciones. Vuelvo a la caja, y les digo del señalador. Parece que no hay muchos que sepan usar google, porque parecía como si hubiera vuelto  el Cristian a la Tierra. Después de tratar de desengañarlos (sin éxito) acerca de mi sapiencia quedo con esta chica. Fanática del viejo guarango. Supe que le falta un libro para completar la obra. La "L" en la frente me empezó a arder, porque la combinación de belleza, simpatía e inteligencia, sumado a que estaban enfocadas hacía mi persona son como un fósforo encendido; y yo, pasto seco (Ah, Shinji, vos de nuevo). Y sonríe. Y me cuenta y aprendo el argumento de "Cartero"...

     Y lo compro.

Supongo que debo ser muy influenciable. Como sea, cuando vuelva allá ya tengo al menos UN tema de conversación (callate, Shinji). 

     Sigo mi camino. Doy unas vueltas por las piedras. Bajo. Si no es el olor a carnada es el de orinal, así que subo enseguida. Y la cantidad de gente baja a medida que avanzo. Al fin, encuentro un lugar bueno. Hay varios bancos, pero también hay una piedra, que está más alta y le llega el sol, y me siento ahí. No hay casi gente, unos pocos, abajo, en las piedras. Pescadores, supuse. Y me quedé un buen rato, con el mar al frente y el sol en la espalda. Con el ánimo en mucho mejor estado vuelvo por el mismo camino. Pasa un grupo de tres o cuatro amigotes, y uno les dice a los demás, señalando para el lado en el que estuve antes "vengan, vamos a la playa de los putos" y se ríen todos. Ahí es cuando ocurrió el click, apareció el palito que me faltaba para hacer el Tetris mental. Tan obvio. Tantas señales que no decodifique. Nunca me pareció raro que los pescadores anduvieran de a pares, ni sus bigotes, ni el trato jovial entre ellos, ni la poca presencia de gente. Tan obvio.
     Y sigo caminando, sin un rastro de la melancolía esa.

III

     ¿Cómo cerramos esto? De la manera obvia, un video de ella que esta altamente relacionado con el método de curación propuesto.

Es un buen momento para decir que creo que algunos mitos tienen algo de cierto. Algunos dicen que los centauros en realidad eran tipos a caballo, pero eso no me importa. Yo creo en las sirenas y en las gorgonas. Esta que viene a continuación estoy seguro que es una sirena. Y gorgonas hay por todos lados, y ya no hay escudos espejados.



Epíloco

     Y llegamos al final de la entrada, quemando lo que podrían haber sido varios posteos en uno solo. Por supuesto, acá se puede aplicar con todo su significado el titulo del blog. Así que, al final ¿para qué me sirve esto? (Aunque a mí si me sirvió).
 

jueves, 27 de enero de 2011

¿Se especularía con los toques?

Pavlov
    Un fisiólogo -Agustin Pí Suñer- y otro ruso -Ivan Petrovich Pavlov-, aportaron inusitadas contribuciones al conocimiento de los reflejos, revelando una grave importancia de las diversas secreciones internas en influencias de orden mecánico químico y nervioso, que no se pueden reducir al tipo clásico de reflejo considerado como contestación automática e invariable a una excitación exterior.
     Esta aportación abrió nuevas perspectivas a la psicología de la conducta preconizada por Watson en 1913, haciendo que sus cultores, los "behavioristas" - del ingles "behavior, conducta- o psicólogos objetivos estimen las reacciones humanas como mecanismos análogos al de los ascensores automáticos que se detienen en el piso que fueron llamados. El behaviorista o comportamentista - psicólogo del comportamiento- no se preocupa ni de la trama quimérica de los sueños, ni de índole alguna de complejos profundos, sino que, de acuerdo con la actitud de su moderna ciencia, dirigen su actividad hacia lo que es observable físicamente y, por tanto, manuable y mensurable.
Pí Suñer
     Convierten, de esa manera, la asociación de ideas - que tanto preocupara a la antigua psicología- en un simple mecanismo de reflejos condicionados, los cuales, aunque de remota data, no adquirieron jerarquía de cosa estrictamente científica hasta los estudios, ya citados, de Pavlov y Pí Suñer.
     En síntesis: estos sabios sometieron la conducta del tipo a las leyes científicas y destruyeron las ultimas esperanzas de los que seguían creyendo, como lo creyera Schopenhauer, que el mundo es nuestra voluntad y nuestra representación.
     Se estableció el condicionamiento de los reflejos - base de esa vistosa posición de la psicología- mediante una experiencia a la que aludimos (desde luego, que sin ser, uno, nadie) aquí mismo, no hace mucho: asociando la circunstancia de ponerle delante a un perro un trozo de apetitoso peceto, con la de hacerle oír simultáneamente, el sonido de una campanilla, se logró - al cabo de cincuenta sesiones - que el perro, con solo oír la campanilla se comportara en igual forma que si hubiese tenido delante de la carne.
Un click un chiste
     El reflejo salivar del perro, condicionado por la asociación de las presencias de la carne y el sonido se producía, al final, aunque la carne no estuviese.
     ¿No se podría hacer lo mismo -estando a la notoriedad de los progresos del comportamentismo- con el fiambre y los orejones, por ejemplo?
     Si agarráramos al tipo y le hiciéramos comer cincuenta centavos de mortadela - y unos orejones de postre- al tiempo de que un timbre sonara, después de las cincuenta veces, ¿no se conformaría, el tipo, con el timbre solo?
     Nos lo representamos en una visión augusta: llega el tipo a la casa, deja el sombrero en la perchita del "porch", besa al pibe, se lava las manos, se sienta a la mesa, se pone la servilleta y le indica a la  patrona que está esperando para servir.
     -Tocá, nomas, cuando quieras.
     -Rrrrrrrin!
     Después, el café. Y listo.
     Nada cuesta probar.
    Total, el tipo se emperra para tantas cosas que bien podría acceder a emperrarse para reeditar, en su propio beneficio, los resultados obtenidos por Pavlov y Pí Suñer.

Wimpi, La taza de tilo.


Bonus: Aplicación práctica de las teorías de Pavlov




   

martes, 25 de enero de 2011

Violando correspondencia ajena

México, D.F. 21 de marzo de 1947

Te estoy agradecido por tus pensamientos; también por tus intenciones y por tus ruegos, pero más que nada por tu cariño. Pues a veces creo que ya estás aprendiendo a quererlo a uno y que, algún día, Dios mediante, dejará uno de caerte mal. Yo siempre supe lo difícil que era llegar hasta tu corazón. Antiguamente llegué a pensar que era imposible, pero tenía fe en ti; sabia, en el fondo, que eras buena; que con el tiempo podrías comprobar que el cariño que yo sentía por ti era de esos amores buenos y sinceros que uno trae ya desde su nacimiento por alguien. Y como te lo expliqué un día: cuando te vi pequeñita y pelona con cara de quiebraplatos, allá hace cosa de cuatro años, supe enseguida que eras tu la cosa que yo andaba buscando. Date cuenta.
     Y desde entonces he estado pensando en ti constantemente, como si fueras un hermoso sueño que no se acabará nunca, hasta que yo deje de vivir. Luego vino ese sentimiento, que no me ha abandonado todavía, de que yo era un pobre diablo y de que tenía que luchar mucho para defenderme de mí mismo. Pues yo no te quería entregar un corazón enfermo como el mío y un espíritu ( muchos dicen alma ) cansado de tanto andar solo por el ancho mundo. Pues yo, y esto no te lo he contado todavía, desde que yo me acuerdo, siempre fui un sujeto dado a estar solo; ni cuando era chiquillo me gustó andar con los demás, jugaba a los juegos que se usan entonces, pero pronto me cansaba y entonces me sentaba en una silla y me ponía a leer lo que encontraba primero y allí me estaba lee y lee todo el día y noche hasta que me apagaban la luz. Esto me hizo daño. Yo se que me hizo daño para la vida.
Uno tiene su vida interior formada desde los primeros años, y al fin un día se encuentra uno con la vida de afuera y la halla uno llena de problemas y complicaciones y uno no está bien preparado para eso. Así pues, no creas que leer me hizo más inteligente, no, me hizo más bartolo. Me concentré en mí mismo y vivía por dentro, porque le tenía miedo al mundo. Eso hubiera estado bien si yo no hubiera salido de mi pueblo, pero tú sabes lo vago que soy. A estas piernas flacas que tengo les gusta caminar y se soltaron caminando. Fueron y vinieron y yo sigo igual, teniéndole algo de temor a la gente. Digo algo, porque tú me has sacudido un poco el polvo; es decir, tú, a través del amor que le has despertado a uno, me has hecho menos temeroso de enfrentarme con las cosas y los trabajos de los días entre un mundo de gente extraña.
     Y yo se que si hubieran vivido tus suegros todo fuera de otro modo. Pero ellos me dejaron solo y, quién sabe si para bien o para mal, eso me formó ciertas defensas. La vida está como empañada cuando uno no tiene a nadie. Y ese mundo interno del que te hablo fue quizá mi defensa para soportarla.
     Luego viniste tú. Es decir, yo fui a donde tú estabas. Y aquí viene lo bueno. Los ejércitos del alma y los ejércitos del corazón se declararon la guerra. El alma quería estar tranquila, pero el corazón estaba muy alborotado. Este corazón mio te quería. El alma también.Sin embargo, tu sabes cómo es el alma, le gusta que todo transcurra en calma, sin sobresaltos, serenamente, y el corazón, por el contrario, es muy caprichudo (como tú). Lo cierto es que el corazón quería irse contigo, sin pensar, sin calcular nada, como un ciego detrás de la luz, pero el alma le decía que había que hacerlo pausadamente. Estaba de acuerdo en todo, menos en la precipitación.
     Pero luego resultó que tu empezaste a darnos aquella lección de paciencia que duró tres años. Y al alma tampoco le gustó. Hizo una alianza secreta contra tan larga espera y contra tamaña incertidumbre. Y cuando al fin abriste la cajita donde tenías guardada la ternura y me dejaste asomar allí, todo se compuso.
     Ahora es diferente, ojalá que sea diferente. Lo que te estaba diciendo desde hace rato, en relación con el sentimiento de estar solo, es lo que no quiero que se interrumpa.
     Habíamos quedado en que te había encontrado a ti y en que esa chachita había sido una esperanza para sentir de otro modo la vida. Por esa razón te pedí tu confianza;  más que otra cosa era tu confianza lo que yo quería. Algo me decía que en ella yo podría hacer las cosas a las que mi animo se negaba. Y la ocasión en que te pedí que me ayudaras, lo hice como se pide una cosa que nos hace mucha falta. Yo te explique muy bien en qué consistía esa ayuda; por encima del cariño, por encima de todo, quería la seguridad de la verdadera amistad y del compañerismo. Que tu seas una compañera, una amiga; que sepa uno que no está batallando solo sino que hay alguien junto a uno que lo ayudará. Yo te expliqué que eras tu la única persona en este mundo capaz de ayudarme a defenderme de mí mismo. Porque eres la única cosa por la cual yo lucharía. Ahora bien, no debes de dejarme en paz. Porque cuando siento que quiero estar en paz es cuando tengo la tendencia a dejar  que el mundo camine por su cuenta y que pase todo sin importarme a mi nada. Y yo se cuáles son mis debilidades. 
     Contra esos debilitamientos te necesito. Te seguiré necesitando siempre hasta que logre borrar muchos años de desidia y de sueños.
     Tu ahora eres mi suelo. El mejor y el más hermoso de mis sueños. Un sueño que se puede tocar; que tiene ojos que lo miran a uno y boca tibia y dulce que lo hace a uno amar más la vida. Que tiene corazón y un alma noble y amiga en quien uno puede poner toda su fe .
     Saludame a ella.
    Mirate frente al espejo y di: te manda  saludar y abrazar y besar mucho aquel pobre muchacho que te quiere tanto,
tu Juan


*****
     Bueno, si llegaste hasta acá, perdón por el posteo extenso. Pero hay algunas partes de esta carta que sirven como una extensión de esta entrada antigua. El resto sí, es un poco empalagoso, pero le funcionó. Además valía el esfuerzo...
     Me olvidaba, los extremos de esta carta son Juan Rulfo (el mexicano que publicó dos libros en su vida y le sobraron para hacerse un lugar en la historia) y Clara Aparicio, alias Mayecita, alias Chachinita; de profesión musa.

lunes, 24 de enero de 2011

No creo en estadisticas, pero que las hay, las hay

      De vez en cuando le pego un vistazo a las estadísticas de blogger (un saludo al loco de Corea del Sur que entró al blog). Más allá de que la mayoría entra buscando las ventajas de la clonación, o para qué sirve un imán, un puñado pregunta quién es Mr. Popo en verdad (por supuesto, a veces también me hago la misma pregunta).
     Para aclarar la duda, nada mejor que preguntarle a Kamisama.


"Cuando lo ves de lejos, Mr. Popo parece un genio. Pero cuando te acercas te das cuenta que solo es un negro gordo con turbante y chaleco. Y tiene los ojos saltones de tanto monitor"



     Espero, amigos, que se haya despejado la duda.

sábado, 22 de enero de 2011

De los recuerdos, uno y Max Payne

      ¿Cómo empezar? Bueno, podríamos decir que en materia de cine vengo recontra atrasado. Hay infinidad de películas que todavía no ví. A Eterno resplandor de una mente sin recuerdos recién la pude ver el año pasado, y esta semana cuando la estaban dando en la tele me quedé mirándola. 
     Entonces empezó eso que hago y es parecido a pensar, cuando me pregunté ¿te borrarías algún recuerdo? Hmmm, que pregunta original, dirán, pero hay preguntas que son más antiguas y todavía se siguen haciendo. Pero me estoy yendo del tema. Bueno, después de darle un par de vueltas al asunto, creo que diría que no, no me borraría ningún recuerdo.
     Porque me parece que uno es lo que es principalmente por las experiencias que vivió. Uno es lo que es en función de su pasado. Y como dice Popeye "I am what I am". Borrar el más mínimo recuerdo te convierte en una persona completamente diferente. Ni hablar si  borras el recuerdo de una persona, eso se ve en la película claramente. Y hasta ahí llega mi sesera en lo que a explicaciones se refiere. Pero no soy el único que piensa de esa manera, y pongo a continuación un pensamiento similar, aunque de una fuente un poco extravagante:


     ¿Cómo?¿No jugaron Max Payne 2? Pocos juegos tienen la calidad argumental de este. Y te cagas a tiros, que también es importante, pero el juego es sólido en cada uno de sus aspectos.

     Y como ya me desvié completamente del asunto, me retiro dejando esta pieza musical intitulada Quiet Life, perteneciente a la banda sonora de Rurouni Kenshin: Tsuiokuhen (Tsuiokuhen parece que significa recuerdos, así que tan lejos no me fuí al final). No está de más recomendar que vean estos ovas, rozan la gloria, si es que no la alcanzaron.






Apéndice prescindible: La verdadera transformación es imposible (Alejandro Dolina)
      Para ser otro, hay que dejar de ser uno. Hay que aniquilarse.
Lo que hace que un hombre sea uno y no otro, es -decía Unamuno- un principio de unidad y continuidad. De unidad en el espacio, a través del cuerpo; de continuidad en el tiempo, por una serie continua de estados de conciencia, certificada por la memoria. Y no se puede ser cabalmente algo sin apropiarse de su sucesión, es decir su pasado, su presente, su futuro.
     Así, la transformación exige renunciar a ser y a haber sido.
     De este modo, si en verdad uno se convierte en otro, no es posible ni siquiera percibirlo
     De hecho es posible que se produzcan metamorfosis a cada minuto, con los nulos resultados que se señalan en la historia berkeleyana de los señores Ramallo y Villar.
Manuel Mandeb, usando estos argumentos, escribió que la reencarnación es una institución cuyos efectos son idénticos, sea que exista o que no exista.
     La ausencia de memoria de nuestras encarnaciones anteriores y la falta de rasgos comunes entre una y otra vida son factores decisivos para el hombre de Flores.
     "Digamos que yo he sido sacerdote en Tebas, pirata en el Helesponto, campesino en la Edad Media, perfumista en Ferrara, ferroviario en el siglo pasado y ahora este que soy. Pues bien: ¿A que cosa he aludido en verdad al escribir yo en el comienzo de este periodo? Si no hay cuerpo ni estados de conciencia ni memoria ni rasgo alguno que preste unidad a mis encarnaciones pasadas y futuras, entonces yo es menos que una vacante en el amoblamiento universal.
     "No digo que la reencarnación no exista. Digo que es imperceptible y peor aún: que para mí, para los otros, para los que fui y para los que seré, tanto da su existencia como su inexistencia"
     Se dirá que es posible concebir una transformación con memoria del estado anterior. Y yo diré que es una transformación imperfecta. Si quiero convertirme en Tomas Sanz-Permitaseme el ejemplo burdo- deberé llevar conmigo, entre tantos rasgos, la memoria de Tomas Sanz, que ciertamente no incluye el recuerdo de haber sido otro.
     Asuntos sin interés son estos, bien lo comprendo, para las personas decentes de nuestro tiempo, ocupadas mas bien en obtener tarjetas de crédito.
Tal vez, en un improbable futuro, los lectores razonables se transformen en gentes enloquecidas y disfruten de estos modestos caprichos. O mejor aun, quizá este columnista delirante experimente una saludable metamorfosis y escriba crónicas de cine; para alegría de sus amigos y favorecedores.

     Y ahora sí, me voy. Pero vos, ¿te borrarías algún recuerdo?


viernes, 21 de enero de 2011

Agua que no has de beber, dejala expresarse...

     Si uno revisa la Wikipedia, puede corroborar que había, en la antigua Grecia, un grupito de dioses que era llamado Oceánidas. Todos estos dioses eran hijos de Océano y Tetis, y tenían la particular característica de ser ríos.
     ¿A que viene esta irrelevante información? Bueno, es la historia de siempre. Comiendo, en familia, y con Gran Hermano en boca de todos, miro en busca de distracción. Y encuentro una botella de :

     Pero, Popo, me dirán, ¿que cuernos tiene que ver eso con los Oceánidas? Y yo respondo:


    Sí, el agua mineral es expresiva. O sea, vos te servís un vaso y el agua te empieza a hacer morisquetas, y a poner caras cual Jim Carrey líquido mientras te la tomas.
     Ante esto, es evidente que la gente de Eco de los Andes esta embotellando a los Oceánidas.
     Esperemos que el Olimpo no tome represalias, que ya estamos jodidos con el Ragnarok.
     

miércoles, 19 de enero de 2011

El coleccionista

1. POR QUÉ YA NO COLECCIONO SONRISAS (si les interesa leer el texto completo)
 
2. AHORA COLECCIONO MIRADAS
 
“Ahora colecciono miradas. Los ojos son unas ventanas por donde entra y sale la conciencia a toda hora. Hay conciencias de gusto amargo, y otras de gusto dulce. Las hay cálidas, las hay gélidas. Las hay que tienen el frío cariñoso de la primavera, o el calor discreto del nido. Todo eso se gusta por los ojos. Ese abandono de los ojos —ese “impudor”, exageraba Longino— nos cura un poco, nos revive un poco a los que estamos hastiados de descifrar sonrisas. Esa tremenda confesión de los ojos ha logrado al fin devolverme las emociones que me embotó el abuso de las sonrisas. Una mirada me sumerge en suaves delirios: “siembra mi corazón de estrellas”. Y, a poco de interrogarlas, no hay mirada que no responda: todas se entregan.

“Y voy, bajo los árboles de la primavera, como un Don Juan de las miradas, sorprendiendo, robando fuegos rojos, azules, fuegos castaños, fuegos grises. Las hay que convidan con la serenidad zarca de Atenea, y las hay que arrastran a la negra meditación del búho. Y éstas y las otras se me antojan: se me antojan imperiosamente como al sediento el vino.

“Cuando veo venir unos ojos abiertos (no todos los ojos abiertos están abiertos), de esos que van —sin saberlo- derramando el contenido secreto, hay algo que se estremece en mí: algo como un escozor de quemadura que quiere ser quemada otra vez. En este delicioso rebusco del dolor, “~Quiero que me quemen esos ojos!”, digo al pasar. Y soy tan desdichado cuando pasan de largo, como Dante con su Beatriz, junto al puente aquel donde ella no quiso devolverle el saludo.

“Cuando yo muera y los médicos me abran el cuerpo para sacarme el alma, la van a encontrar llena de quemaduras del color de todos los ojos de las mujeres; si ya no es que encuentran un miserable puñado de cenizas: ¡toda se me habrá consumido en esta posesión imposible de las miradas, tonel sin fondo a los deseos! ¡Oh, dadme, dadme la mirada que fija y clava, la mirada que sacia como el vaso plenamente apurado!”

Alfonso Reyes, Calendario


     Siempre hay alguien que sabe expresar mejor lo que uno piensa. El post viene muy hablado, pongamos a alguien con un par de ojos que, en mi opinión, son demasiado peligrosos.

 

martes, 18 de enero de 2011

Enumeración ridicula



     Hacía como dos años que no escuchaba las siguientes palabras: nominar, complot, afinidad, estrategia, Pelufo, debate, y la puta que los parió a todos.
   
     Me voy, tengo hambre


           

lunes, 17 de enero de 2011

Teoría prestada

     Ya fue mencionada antes en este blog la teoría de la "unspoken telepathy". De las mismas tierras ahora rescato esta teoría del "giggle loop"




     Esto está sacado de Coupling, una gran serie británica. Me hubiera gustado poner la parte en la que efectivamente van a un funeral, pero esto se haría demasiado largo (aunque más gracioso, sin dudas)
   

    Y ahora que ya conocen el "giggle loop" lamentablemente forman parte de él, así que manejense con cuidado...
 

     PD: agradezco a la empresa de telecomunicaciones Claro por su eficiente servicio de internet de "banda ancha", que posibilitó la subida de este video al décimo o decimoprimer intento. ¡Claromecopante!

     

viernes, 14 de enero de 2011

Dos señales de la inminencia del Ragnarok

1)  Una pésima película de vikingos. "Thor: Hammer of the Gods". Unos escuálidos disque vikingos llegan en su lancha a una isla supermisteriosa.
     Primero, todos tienen nombres de divinidades nórdicas, Thor, Baldur, Freyja...


     Segundo, todos de jeans y remeritas coloridas. Ah, pero con cascos. Y excelentisimos actores todos.



     Además, dos miembros de la partida son dulces e indefensas mujeres, que por otra parte y a diferencia de la mayoría de los guerreros, sobreviven a la aventura


     Una fiesta aparte son los enemigos: unos feroces (¬¬) y cabezudos hombres lobo


liderados por la prima de Malena Solda (que vendría siendo el malo mas heavy).


     En fin, eventualmente se descubre que Thor es la reencarnación de ... Thor (cuack!), recupera el Mjolnir, fajan a todos los malos y escapan de la isla en un catamaran de los que Scioli ya no usa...

     Si esto no alcanzó para enojar a los dioses, vamos con...

2)


     Si esto llega a ser cierto, sepan señores demonios que les proveeré con la cantidad de uñas que les falten, así terminan el barco ese.

***
     Me acaba de llegar un comunicado oficial de la oficina central de personajes imaginarios. En el informan que están por enviar a dos delegados para negociar un aplazamiento temporal del Ragnarok.
    Mucha confianza no les tengo, porque van a mandar a Baltasar, que todavía no está recuperado de aquella fiesta

 y a Cristian, el pacifista que todos aman, aunque se cagan en lo que dice:


     Ya veremos como termina el asunto, pero por lo pronto, si  falla la negociación, puedo morir orgulloso sabiendo que finalmente no vi Titanic...

martes, 11 de enero de 2011

El Saludador

     Isolino Proserpio era el séptimo hijo varón seguido - sin hembras entre medio - de Enálmar Proserpio y Posidonia Riopedre.
     Antes de nacer - nació un viernes santa a las tres de la tarde que es la hora en que murió Nuestro Señor - había llorado tres veces, que la madre lo oyó y no dijo nada, porque sabía que, si decía, el hijo perdía la gracia de Dios.
     El séptimo hijo varón seguido de una pareja, puede ser lobisón. Pero si llora tres veces antes de nacer y nace en viernes santo y trae una cruz marcada en el paladar, entonces es un saludador. Y desvía el rayo, hace abrir la tormenta, cura la rabia con secretos sabiendo, antes de que lo vayan a buscar, quien es el rabioso que lo está precisando.
     Un día llegó a las casas de Isolino Proserpio, Macedonio Argüello, casado con Estanislada Ulloa, que se decía en el pago que andaba medio entreverada con Palmiro Godoy.
     Antes de que Macedonio abriera la boca, Isolino lo miró y le dijo:
     - ¡Ujté viene por la custión e´ su mujer, la Estanislada, con Palmiro Godoy!
     Lo dejó frío al otro.
     - Vengo.
     Fue lo único que atinó a decir.
     Y siguió el saludador:
     - Ujté quedría saber anda ta eya áura ¿nu´ej ansí?
     - Es.
     - Güeno: eya, áura, ta con Palmiro.
     - ¿Ande?
     - De acá son diez leguas: en Cerro Chato. A ver... peresé...
     Se puso una mano de canto en la frente Isolino como si se atajara el sol y miró en dirección a Cerro Chato - que quedaba diez leguas de ahí.
     - N´ejte momento eya le ta ofertando un mate a Palmiro.
     -¡Cómo!¡Ujté ve dende acá!
     -¡Clarito!
     - ¡Y hajta el mate ve a diej legua!
     -¡Cómo no! A ver... peresé... El lo ta tomando áura. Ta frío y lavao ese mate.

De Los Cuentos del Viejo Varela de Wimpi




Primer entrada con texto de Wimpi, vienen algunas más, espero que les guste tanto como me gustó a mí.

lunes, 10 de enero de 2011

Hablemos en serio...

     El amakakeru ryu no hirameki es la técnica secreta del estilo Hiten Mitsurugi. Básicamente consiste en desenfundar la espada a toda velocidad mientras se corre hacia el oponente. Pero esa es la primera parte del ataque, ya que la idea de ese primer movimiento es generar un vacío en frente de uno, y por la diferencia de presiones atraer al enemigo hacia un golpe de una violencia gigantesca. Para más claridad, un testimonio:



     Y tratando de sobrepasar el asco de día que fue ayer, es que esta tontería tomó forma. Es que eso fue justamente lo que pasó. Piensen bien: primero una ola de vacío que me invadió, saliendo de la nada. Y después la mente disparó todas las dudas y problemas que traía encima en un último y destructor golpe.
     O sea, ayer me comí un amakakeru ryu no hirameki en el medio del alma.

     Por suerte después terminé de bajar Akira, y me puse a leerlo. Sobra decir que si no lo leyeron lo tendrían que hacer. Yo todavía no lo terminé, pero estoy en eso.
     Y como lo sospechaba la noche tampoco iba a ser fácil. Despertarme cada media hora, sueños locos (hubo uno cortito con Kaneda y Tetsuo como soñados invitados). Pero en la mañana, en viaje de trámites y burocracia vino la cura. Yo creo que ella es la Diosa. Ella tiene todas las respuestas, ella es perfecta.



     Ahora escribo feliz. Para la próxima con dos palitos de helado, hilo choricero y un muñeco de trapo les muestro como los medios manipulan la opinión. Pero primero termino de leer Akira.

domingo, 9 de enero de 2011

Este no es el Twitter de un emo

     No hay caso. Hoy me siento como la mierda, y sin ningún motivo (consciente). Tal vez estuve pasando demasiado tiempo conmigo mismo. Pero como sea, hoy no hay "un hálito de música o de sueño, algo que casi haga sentir, algo que impida pensar". Y dormir tampoco me parece que sea una buena idea, si no puedo dejar de pensar, menos de soñar.
     Odio estos días.

viernes, 7 de enero de 2011

Too old to think on a post name


     Fueron dos las veces durante diciembre en las que el miserable que rige nuestros destinos me recordó que se venía el cambio de década. Y ayer también me tiró otro aviso.


     Lo que más me preocupa es que no es lo mismo un boludo de treinta que uno de veintipico...


     

For those of us who try to keep remembering,
Try to do our better than our best.

     Me encantan esas palabras. Y la canción, bah.

jueves, 6 de enero de 2011

Me comprendes, Mendes?




     Ahora somos por lo menos dos los que opinamos eso. Iba a extenderme, y diluirme en explicaciones que nadie necesita, pero creo que lo más adecuado sería decir que cada persona desarrolla preferencia por distintos patrones de belleza, más o menos obvios.

     Así que Eva, te acompaño en el sentimiento...

miércoles, 5 de enero de 2011

Para el gordo que lo mira en el polo

     Bueno, estamos a horas de que nuevamente irrumpan ilegalmente en casa. Pero como dije ayer, tras arduas negociaciones conseguí que el trío más conocido del mundo (no, los midachi no. Y los power rangers eran cuatro) pasara por este antro de perdición (en realidad solo hable telefonicamente con ellos) y dejara (via correo Argentino) algunas cositas, "de lastima que nos das, nomás" según Melchor me habia dicho antes.
     Apenas se va el cartero me fijo que hay en la bolsa de consorcio que dejó. Veo un par de paquetes, envueltos en papel de diario.


Gaspar, apurando un traguito
     El primero tiene una notita de Gaspar, escrita con un Jovi verde. Dice: "Como sé que acá no funciona mucho el texto abundante te regalo este cuento de O. Henry". Abro el paquete y...







El regalo de los Reyes Magos
Un dólar y ochenta y siete centavos. Eso era todo. Y setenta centavos estaban en céntimos. Céntimos ahorrados, uno por uno, discutiendo con el almacenero y el verdulero y el carnicero hasta que las mejillas de uno se ponían rojas de vergüenza ante la silenciosa acusación de avaricia que implicaba un regateo tan obstinado. Delia los contó tres veces. Un dólar y ochenta y siete centavos. Y al día siguiente era Navidad.

Evidentemente no había nada que hacer fuera de echarse al miserable lecho y llorar. Y Delia lo hizo. Lo que conduce a la reflexión moral de que la vida se compone de sollozos, lloriqueos y sonrisas, con predominio de los lloriqueos.

Mientras la dueña de casa se va calmando, pasando de la primera a la segunda etapa, echemos una mirada a su hogar, uno de esos departamentos de ocho dólares a la semana. No era exactamente un lugar para alojar mendigos, pero ciertamente la policía lo habría descrito como tal.

Abajo, en la entrada, había un buzón al cual no llegaba carta alguna, Y un timbre eléctrico al cual no se acercaría jamás un dedo mortal. También pertenecía al departamento una tarjeta con el nombre de "Señor James Dillingham Young".

La palabra "Dillingham" había llegado hasta allí volando en la brisa de un anterior período de prosperidad de su dueño, cuando ganaba treinta dólares semanales. Pero ahora que sus entradas habían bajado a veinte dólares, las letras de "Dillingham" se veían borrosas, como si estuvieran pensando seriamente en reducirse a una modesta y humilde "D". Pero cuando el señor James Dillingham Young llegaba a su casa y subía a su departamento, le decían "Jim" y era cariñosamente abrazado por la señora Delia Dillingham Young, a quien hemos presentado al lector como Delia. Todo lo cual está muy bien.

Delia dejó de llorar y se empolvó las mejillas con el cisne de plumas. Se quedó de pie junto a la ventana y miró hacia afuera, apenada, y vio un gato gris que caminaba sobre una verja gris en un patio gris. Al día siguiente era Navidad y ella tenía solamente un dólar y ochenta y siete centavos para comprarle un regalo a Jim. Había estado ahorrando cada centavo, mes a mes, y éste era el resultado. Con veinte dólares a la semana no se va muy lejos. Los gastos habían sido mayores de lo que había calculado. Siempre lo eran. Sólo un dólar con ochenta y siete centavos para comprar un regalo a Jim. Su Jim. Había pasado muchas horas felices imaginando algo bonito para él. Algo fino y especial y de calidad -algo que tuviera justamente ese mínimo de condiciones para que fuera digno de pertenecer a Jim. Entre las ventanas de la habitación había un espejo de cuerpo entero. Quizás alguna vez hayan visto ustedes un espejo de cuerpo entero en un departamento de ocho dólares. Una persona muy delgada y ágil podría, al mirarse en él, tener su imagen rápida y en franjas longitudinales. Como Delia era esbelta, lo hacía con absoluto dominio técnico. De repente se alejó de la ventana y se paró ante el espejo. Sus ojos brillaban intensamente, pero su rostro perdió su color antes de veinte segundos. Soltó con urgencia sus cabellera y la dejó caer cuan larga era.

Los Dillingham eran dueños de dos cosas que les provocaban un inmenso orgullo. Una era el reloj de oro que había sido del padre de Jim y antes de su abuelo. La otra era la cabellera de Delia. Si la Reina de Saba hubiera vivido en el departamento frente al suyo, algún día Delia habría dejado colgar su cabellera fuera de la ventana nada más que para demostrar su desprecio por las joyas y los regalos de Su Majestad. Si el rey Salomón hubiera sido el portero, con todos sus tesoros apilados en el sótano, Jim hubiera sacado su reloj cada vez que hubiera pasado delante de él nada más que para verlo mesándose su barba de envidia.

La hermosa cabellera de Delia cayó sobre sus hombros y brilló como una cascada de pardas aguas. Llegó hasta más abajo de sus rodillas y la envolvió como una vestidura. Y entonces ella la recogió de nuevo, nerviosa y rápidamente. Por un minuto se sintió desfallecer y permaneció de pie mientras un par de lágrimas caían a la raída alfombra roja.

Se puso su vieja y oscura chaqueta; se puso su viejo sombrero. Con un revuelo de faldas y con el brillo todavía en los ojos, abrió nerviosamente la puerta, salió y bajó las escaleras para salir a la calle.

Donde se detuvo se leía un cartel: "Mme. Sofronie. Cabellos de todas clases". Delia subió rápidamente Y, jadeando, trató de controlarse. Madame, grande, demasiado blanca, fría, no parecía la "Sofronie" indicada en la puerta.

-¿Quiere comprar mi pelo? -preguntó Delia.

-Compro pelo -dijo Madame-. Sáquese el sombrero y déjeme mirar el suyo.

La áurea cascada cayó libremente.

-Veinte dólares -dijo Madame, sopesando la masa con manos expertas.

-Démelos inmediatamente -dijo Delia.

Oh, y las dos horas siguientes transcurrieron volando en alas rosadas. Perdón por la metáfora, tan vulgar. Y Delia empezó a mirar los negocios en busca del regalo para Jim.

Al fin lo encontró. Estaba hecho para Jim, para nadie más. En ningún negocio había otro regalo como ése. Y ella los había inspeccionado todos. Era una cadena de reloj, de platino, de diseño sencillo y puro, que proclamaba su valor sólo por el material mismo y no por alguna ornamentación inútil y de mal gusto... tal como ocurre siempre con las cosas de verdadero valor. Era digna del reloj. Apenas la vio se dio cuenta de que era exactamente lo que buscaba para Jim. Era como Jim: valioso y sin aspavientos. La descripción podía aplicarse a ambos. Pagó por ella veintiún dólares y regresó rápidamente a casa con ochenta y siete centavos. Con esa cadena en su reloj, Jim iba a vivir ansioso de mirar la hora en compañía de cualquiera. Porque, aunque el reloj era estupendo, Jim se veía obligado a mirar la hora a hurtadillas a causa de la gastada correa que usaba en vez de una cadena.

Cuando Delia llegó a casa, su excitación cedió el paso a una cierta prudencia y sensatez. Sacó sus tenacillas para el pelo, encendió el gas y empezó a reparar los estragos hechos por la generosidad sumada al amor. Lo cual es una tarea tremenda, amigos míos, una tarea gigantesca.

A los cuarenta minutos su cabeza estaba cubierta por unos rizos pequeños y apretados que la hacían parecerse a un encantador estudiante holgazán. Miró su imagen en el espejo con ojos críticos, largamente.

"Si Jim no me mata, se dijo, antes de que me mire por segunda vez, dirá que parezco una corista de Coney Island. Pero, ¿qué otra cosa podría haber hecho? ¡Oh! ¿Qué podría haber hecho con un dólar y ochenta y siete centavos?."

A las siete de la noche el café estaba ya preparado y la sartén lista en la estufa para recibir la carne.

Jim no se retrasaba nunca. Delia apretó la cadena en su mano y se sentó en la punta de la mesa que quedaba cerca de la puerta por donde Jim entraba siempre. Entonces escuchó sus pasos en el primer rellano de la escalera y, por un momento, se puso pálida. Tenía la costumbre de decir pequeñas plegarias por las pequeñas cosas cotidianas y ahora murmuró: "Dios mío, que Jim piense que sigo siendo bonita".

La puerta se abrió, Jim entró y la cerró. Se le veía delgado y serio. Pobre muchacho, sólo tenía veintidós años y ¡ya con una familia que mantener! Necesitaba evidentemente un abrigo nuevo y no tenía guantes.

Jim franqueó el umbral y allí permaneció inmóvil como un perdiguero que ha descubierto una codorniz. Sus ojos se fijaron en Delia con una expresión que su mujer no pudo interpretar, pero que la aterró. No era de enojo ni de sorpresa ni de desaprobación ni de horror ni de ningún otro sentimiento para los que que ella hubiera estado preparada. Él la miraba simplemente, con fijeza, con una expresión extraña.

Delia se levantó nerviosamente y se acercó a él.

-Jim, querido -exclamó- no me mires así. Me corté el pelo y lo vendí porque no podía pasar la Navidad sin hacerte un regalo. Crecerá de nuevo ¿no te importa, verdad? No podía dejar de hacerlo. Mi pelo crece rápidamente. Dime "Feliz Navidad" y seamos felices. ¡No te imaginas qué regalo, qué regalo tan lindo te tengo!

-¿Te cortaste el pelo? -preguntó Jim, con gran trabajo, como si no pudiera darse cuenta de un hecho tan evidente aunque hiciera un enorme esfuerzo mental.

-Me lo corté y lo vendí -dijo Delia-. De todos modos te gusto lo mismo, ¿no es cierto? Sigo siendo la misma aún sin mi pelo, ¿no es así?

Jim pasó su mirada por la habitación con curiosidad.

-¿Dices que tu pelo ha desaparecido? -dijo con aire casi idiota.

-No pierdas el tiempo buscándolo -dijo Delia-. Lo vendí, ya te lo dije, lo vendí, eso es todo. Es Nochebuena, muchacho. Lo hice por ti, perdóname. Quizás alguien podría haber contado mi pelo, uno por uno -continuó con una súbita y seria dulzura-, pero nadie podría haber contado mi amor por ti. ¿Pongo la carne al fuego? -preguntó.

Pasada la primera sorpresa, Jim pareció despertar rápidamente. Abrazó a Delia. Durante diez segundos miremos con discreción en otra dirección, hacia algún objeto sin importancia. Ocho dólares a la semana o un millón en un año, ¿cuál es la diferencia? Un matemático o algún hombre sabio podrían darnos una respuesta equivocada. Los Reyes Magos trajeron al Niño regalos de gran valor, pero aquél no estaba entre ellos. Este oscuro acertijo será explicado más adelante.

Jim sacó un paquete del bolsillo de su abrigo y lo puso sobre la mesa.

-No te equivoques conmigo, Delia -dijo-. Ningún corte de pelo, o su lavado o un peinado especial, harían que yo quisiera menos a mi mujercita. Pero si abres ese paquete verás por qué me has provocado tal desconcierto en un primer momento.

Los blancos y ágiles dedos de Delia retiraron el papel y la cinta. Y entonces se escuchó un jubiloso grito de éxtasis; y después, ¡ay!, un rápido y femenino cambio hacia un histérico raudal de lágrimas y de gemidos, lo que requirió el inmediato despliegue de todos los poderes de consuelo del señor del departamento.

Porque allí estaban las peinetas -el juego completo de peinetas, una al lado de otra- que Delia había estado admirando durante mucho tiempo en una vitrina de Broadway. Eran unas peinetas muy hermosas, de carey auténtico, con sus bordes adornados con joyas y justamente del color para lucir en la bella cabellera ahora desaparecida. Eran peinetas muy caras, ella lo sabía, y su corazón simplemente había suspirado por ellas y las había anhelado sin la menor esperanza de poseerlas algún día. Y ahora eran suyas, pero las trenzas destinadas a ser adornadas con esos codiciados adornos habían desaparecido.

Pero Delia las oprimió contra su pecho y, finalmente, fue capaz de mirarlas con ojos húmedos y con una débil sonrisa, y dijo:

-¡Mi pelo crecerá muy rápido, Jim!

Y enseguida dio un salto como un gatito chamuscado y gritó:

-¡Oh, oh!

Jim no había visto aún su hermoso regalo. Delia lo mostró con vehemencia en la abierta palma de su mano. El precioso y opaco metal pareció brillar con la luz del brillante y ardiente espíritu de Delia.

-¿Verdad que es maravillosa, Jim? Recorrí la ciudad entera para encontrarla. Ahora podrás mirar la hora cien veces al día si se te antoja. Dame tu reloj. Quiero ver cómo se ve con ella puesta.

En vez de obedecer, Jim se dejo caer en el sofá, cruzó sus manos debajo de su nuca y sonrió.

-Delia -le dijo- olvidémonos de nuestros regalos de Navidad por ahora. Son demasiado hermosos para usarlos en este momento. Vendí mi reloj para comprarte las peinetas. Y ahora pon la carne al fuego.

Los Reyes Magos, como ustedes seguramente saben, eran muy sabios -maravillosamente sabios- y llevaron regalos al Niño en el Pesebre. Ellos fueron los que inventaron los regalos de Navidad. Como eran sabios, no hay duda que también sus regalos lo eran, con la ventaja suplementaria, además, de poder ser cambiados en caso de estar repetidos. Y aquí les he contado, en forma muy torpe, la sencilla historia de dos jóvenes atolondrados que vivían en un departamento y que insensatamente sacrificaron el uno al otro los más ricos tesoros que tenían en su casa. Pero, para terminar, digamos a los sabios de hoy en día que, de todos los que hacen regalos, ellos fueron los más sabios. De todos los que dan y reciben regalos, los más sabios son los seres como Jim y Delia. Ellos son los verdaderos Reyes Magos. 


Siempre fue el más fotogenico


       Siempre sospeché que Gaspar tenía algo en contra mío. Pero bueno, la bolsa todavía tiene un paquete más. Lo abro, y leo la nota, de Melchor esta vez. "Mirá negrito" escribió el viejo, "te harás el que lee, sabras sumar y restar, pero nosotros sabemos que es lo que te gusta. Tomá, el primero es gratis". 





     Me mandaron dos paquetes nada más. Pienso "este Baltasar, negro de mierda me cagó de nuevo", y llamo a la oficina central de personajes imaginarios, indignado. Me atiende una voz que delataba una fuerte adicción al tabaco (el conejo de pascuas, seguramente). Le expongo mi queja y me dice "¿Pero cómo?¿No le contaron? Baltasar sufrió una recaida. Sí como le digo. El chupe lo puede al negro. Y encima anda de fiesta en fiesta, no se pierde una. Despues si desea le mando un email con una foto, para que vea. Pero ahora Baltasar está en la clínica de rehabilitación 'Duraznos en almibar' y tiene para rato". Cuelgo resignado.

     Al rato me llega el correo:


     Y sí, el negro esta hecho mierda. Pero mal no la pasa. Sarna con gusto no pica, dicen.
                  

martes, 4 de enero de 2011

La lluvia revisitada

   "Cerca del mediodía de un ceniciento día de otoño hace algunos años estaba parado fuera de la estación de Oxford, con la intención de tomar el tren a Londres. Y por alguna razón, fuera de la flojera o el vacío de mi mente, o el cielo gris y pálido, o el frío; una especie de capricho me invadió, no iría en tren, sino que tomaría la calle y caminaría al menos una parte del camino a Londres. Yo no se si otras personas se comportan igual en estos asuntos, pero en mi caso siempre es el clima monótono, que podría ser llamado el clima inútil, el que despierta en la vida la sensación de acción y romance. Durante los días de un azul brillante no necesito que pase nada, el mundo esta completo y hermoso, es una cosa para contemplar. No pediría más aventuras que en la iglesia. Pero cuando el fondo de la vida del hombre es un fondo gris, yo, en el nombre de la sagrada supremacía del hombre, deseo pintarlo de fuego y sangre. Porque cuando los cielos fallan el hombre se rehúsa a fallar; cuando el cielo parece tener escrito, en letras de plomo y plata pálido, que nada ocurrirá es cuando el alma inmortal, el príncipe de las criaturas se alza y proclama que algo ocurrirá, aunque sea el asesinato de un policía."

De "The secret of a train" de G. K. Chesterton


    Cuando leí este fragmento me sorprendió lo parecida que era la opinión de Gilbert a la mía con respecto a la lluvia. Y es que cuando llueve yo también me siento invadido por esa sensación de romance y acción que el menciona. No dudo ni un instante en ganar la calle y caminar bajo la lluvia. Claro que antes lo hacía con la impunidad de una salud invencible, ahora suele tener sus consecuencias, aunque no son tan graves.  

     Mi mejor recuerdo relacionado con la lluvia es también el recuerdo del que probablemente haya sido el mejor regalo que hice. Después de haberlo pensado unos días sabía que iba a regalarle: un naranjo. Agarré entonces la bicicleta y fui al vivero, pasando antes por donde trabajaba en ese momento, para dejarla. Ya en el vivero, en la caja, con la planta en el carrito me dicen que el flete me iba a salir algo así como el doble de lo que valía la planta. No muy contento salgo con la planta a cuestas y vuelvo al trabajo, a pensar como llevarme la planta.
     Mientras, el cielo se había llenado de nubes negras, listas para descargarse. Acá el clima cambia en un parpadeo y sin aviso.
     Después de varias consultas telefónicas llegué a la conclusión de que ni taxis ni remises me iban a llevar a casa. Y ahí se larga a llover. Y ahí el espíritu de acción y romance. Con unas sogas até el naranjo al cuadro de la bicicleta, de una forma que me dejaba pedalear sin romper la planta. Y la lluvia se largo más fuerte. Los veinte-veinticinco minutos más felices que jamas pasé. Pedaleando en medio de la lluvia, sonrisa de oreja a oreja, con un naranjo entre las piernas, mientras los autos pasaban, con los conductores mirando sorprendidos.



     ¿Cómo?¿No les había dicho? Me encanta la lluvia. Me encanta estar en la lluvia. Aunque algunos dicen que fue para ahorrarme el flete.



 

      

lunes, 3 de enero de 2011

Del Dicho al Hecho Hay Mucho Trecho

     La simetría siempre tiene su encanto. Y está presente en casi todos lados: la naturaleza, las matemáticas, el arte. Incluso hay estudios científicos que dicen que la clave del atractivo de una persona está en la simetría.
     Movido por esa idea, tenía la intención de usar una especie de simetría circular, y hacer este post relacionado con el contenido del primero. Se me ocurrió que sería buena idea poner una imagen actual del graffiti. Cada vez que viajo en colectivo lo veo, y sigue ahí, aunque estuvo tapado mil veces por afiches de circos, de circos sindicalistas y de espectáculos de todos los tipos. Pero siempre lo veo en movimiento, sin chance de sacarle foto. Y no voy a andar bajándome antes para eso, tampoco la pavada. 
     Entonces, hace diez días, mas o menos, caminando en busca de una pinturería me crucé con otra pintada que también me cayó simpática, lo suficiente como para pensar que vendría bien para este posteo. Y le saqué UNA foto (con el celular). El asunto es que debo tener alguna clase de problema motriz, porque este es el resultado de apuntar el aparato y apretar el botón:


     Y así es como desperdicié una idea que me parecía interesante con una implementación de cuarta. Como soy consciente de que me pasa seguido me compré el libro que les mostré en un post anterior. También por culpa de esto es que tengo varias entradas que me dan vueltas en la cabeza pero no sé como llevarlas a cabo con un resultado digno.

***** 

      Sería un poco triste terminar la entrada así. Porque a veces pego una buena foto, aunque sea con la triste cámara del celular. Y mirando me acordé de lo único bueno que encontraba yendo a trabajar en verano. El año pasado a esta altura, o sea en verano, salía de casa a las cinco y media y en bicicleta recorría el camino al trabajo cuando empezaba a salir el sol. Y por suerte había algunas partes del recorrido que eran lo suficientemente llanas como para conseguir ver esto:

Eso que parece un bicho bolita patas arriba es el estadio mundialista 

     Acerca de seguir usando la simetría les digo que el próximo post volverá sobre las palabras de Chesterton acerca de la lluvia. Y después no jodo más con el asunto (al menos por un rato).

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