domingo, 26 de junio de 2011

Ginebra, a 3 de mayo de 1849

     Si tú no has sentido jamás la seguridad interior del genio, o el presentimiento de la gloria o de la dicha; si no te has visto nunca grande o célebre, o siquiera esposo, padre o ciudadano influyente, esta indiferencia por el porvenir y esta desconfianza completa son, sin duda alguna, los signos de que no alcanzarías nada de eso. Si lo que sueñas es vago o indefinido, no debes vivir, porque no eres capaz de ello.
     Sigue el orden regular de las cosas; deja que los vivos vivan, y tú resume tus ideas y haz el testamento de tu pensamiento y de tu corazón: eso es lo más útil que puedes hacer. Renuncia a ti mismo y acepta tu cáliz, ya tenga miel o hiel, que esto no importa. Haz que Dios descienda hasta ti, embalsámate con él por anticipado, y labra en tu alma un templo para el Espíritu Santo. Practica buenas obras, y haz dichosos y mejores a los otros.
     No tengas ambición personal, y así te consolarás de vivir o de morir, venga lo que viniere.

Amiel, Diario intimo.

Amiel, ¡Andá a la concha de tu madre!

1 comentario:

I. dijo...

Aaaamén, ¿dónde hay que firmar para lincharlo en una plaza a este 'junagransiete?

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